Virginia Montes.
Los identitarios europeos han cambiado el discurso. No en el fondo, sino en la forma. No son euroescépticos, sino que quieren “salvar a Europa”. Ese es el cambio claro que se ha mostrado en la reunión entre Matteo Salvini, que se perfila como el líder de proyección europea, y la presidenta de la Agrupación Nacional francesa, Marine Le Pen.
Son los burócratas de Bruselas los que están destruyendo Europa. «Estamos aquí para dar sentido y alma a un sueño de Europa que los burócratas europeos han vaciado. Los salvadores de Europa están aquí, no en Bruselas», proclamó Matteo Salvini, actual ministro de Interior y vicepresidente del Gobierno italiano. A su lado, una cómplice Marine Le Pen explicó que las elecciones europeas de mayo supondrán «la revolución del buen sentido que está recorriendo inevitablemente toda Europa y no sólo».
Es el mismo tipo de mensaje que con anterioridad ha lanzado Orban. Se trata de identificar como enemigo a la burocracia de Bruselas más que a la Unión Europea, que debería volver a ser la “Europa de las patrias” que preconizaba Charles De Gaulle. Para Marine Le Pen, estamos viviendo un «momento histórico» que verá «emerger una Europa diferente, la Europa de las naciones, del respeto y de la protección».
La alianza de partidos identitarios de autodenomina «frente de la libertad». No descartan nombrar a candidatos conjuntos para desempeñar «los roles más delicados» al frente de las principales instituciones de la Unión Europea (UE), aunque ambos líderes rechazaron imponer una única lista. «Cada uno celebrará sus victorias y nos encontraremos en Europa», subrayó el político italiano. El objetivo es crear «una comunidad» europea, que no unión, que «reconozca la libertad de los distintos países».
«Somos veintisiete. Tenemos historias, economías, culturas y exigencias distintas. Pretender decidir todo desde Bruselas es una locura», defendió el líder de la Liga. Esa nueva comunidad protegería su frontera externa e impulsaría la cooperación con África para evitar el éxodo hacia Europa. También defendieron que cada país pueda elegir la «política de disuasión» que considere conveniente. No rechazan la moneda única, pero sí excluyen acuerdos comerciales con otros países «que arruinen a los agricultores locales». Y aspiran a ocupar buena parte del espacio electoral de la “vieja izquierda” que ha traicionado a sus electores pues está a favor de “nuevos esclavos para la industria europea”.