Virginia Montes.
La Unión Europea quiere dar, casi como sea, una imagen de unidad en la cuestión migratoria dentro de la cumbre de Salzburgo. Aunque las posiciones están divididas entre quienes se han dedicado a favorecer la inmigración ilegal y quienes han cerrado sus fronteras, como son los casos de Hungría, Polonia e Italia, Austria busca una línea intermedia que pueda ser bien acogida por las autoridades comunitarias. La propuesta austriaca es crear una policía de fronteras europea con 10.000 efectivos. Sebastian Kurtz cree que así se acabaría con la pereza burocrática de algunos países, como España, que ponen en la calle a las veinticuatro horas a los inmigrantes ilegales. «Me temo que muchos pretenden evitar el elevado número de registros de migrantes que tendrían que hacer». Austria es firme partidaria de intensificar la colaboración con los países de origen y en ese sentido está programada una cumbre en febrero con la Liga Árabe. En concreto, Kurtz ha vuelto muy satisfecho de su viaje a Egipto, país que, según afirma, ha rebajado a 0 las salidas desde las 13.000 de 2016.
La primera cena de los mandatarios dejó claro que las aguas están revueltas. Donald Tusk, presidente del Consejo de Europeo, afirmó en su parlamento que «no podemos seguir divididos entre quienes pretenden resolver el problema de los flujos migratorios y quienes quieren utilizarlo para su juego político«. Afirmación que tiene lecturas inquietantes o alentadoras de cara a las próximas elecciones europeas de mayo de 2019. Es el reconocimiento de que la Unión Europea ha impuesto una política migratoria contra el criterio democrático de las poblaciones.