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Nostalgia de los cómicos. Recuerdo de Marisa Porcel

Redacción




Fernando Alonso Barahona. Crítico de cine.

«Allí donde muere un cómico, muere el teatro».

El paso del tiempo –que nunca perdona los recuerdos– ha ido segando en los últimos tiempos la vida, que no la obra, de muchos de los últimos supervivientes de la raza de cómicos española. Ese grupo de hombres y mujeres cultivadores de los géneros populares y que comenzaron sus carreras en los teatros a lo largo y ancho de la geografía española.

Dos funciones diarias, viajes agotadores, obras que querían ser muy cercanas al público y ese oficio aprendido, no en escuelas de métodos y teorías, sino en el polvo y a veces en la arena de un escenario.

Muchos de ellos triunfaron y a falta de premios oficiales o de la llamada crítica, disfrutaban del calor del aplauso, sin duda el mejor regalo para un cómico de ley. Otros quedaron en el camino y algunos famosos en su tiempo esperan su merecida reivindicación. La muerte el pasado 20 de agosto de Marisa Porcel  (1943 -2018), una de las más queridas e ilustres, ha servido para recordar sus inicios, su trayectoria, sus compañeros, sus horas de escenario en los más diversos lugares y lo mucho que cuesta –en definitiva– triunfar y mantenerse.

Se les llamó a menudo cómicos de la legua por su naturaleza itinerante que se remonta al Siglo de Oro español. Eran compañías pequeñas que recorrían los pueblos y habían de acampar –por orden  legal– a una legua de la población donde debían actuar. Los cómicos heredaban el talento de los antiguos juglares.

Inspirado en la  Institución libre de Enseñanza, se creó en los años treinta el Teatro Ambulante formado por jóvenes universitarios y dirigido por el gran dramaturgo Alejandro Casona. Y coetánea sería La Barraca creado en 1931 por Federico García Lorca y Eduardo Ugarte cuyo objetivo era llevar el teatro clásico español a los mayores lugares posibles de la geografía española.

Tiempo después, en la década de los 40, los Coros y Danzas de España recorrían también las ciudades ofreciendo su extraordinaria labor de conservación del folklore español.

Varias películas han reflejado de forma exacta y admirable ese mundo singular del cómico. Recordemos tres de ellas. La primera es Cómicos (1954), dirigida por Juan Antonio Bardem –un apellido de cómicos auténticos–, y que es una emotiva aproximación al universo de los más modestos de entre los cómicos, los ambulantes, los que deambularon en salas improvisadas y en fiestas de pueblo y para los que un teatro constituía un éxito y un lujo. Fernando Rey, Emma Penella, Elisa Galvé, Manuel Alexandre y Carlos Casaravilla encabezaron el reparto.

En 1972, Mariano Ozores –varias generaciones de cómicos desde los padres del director hasta sus nietos Adriana y Emma Ozores, pasando por los grandes José Luis y Antonio– presentó uno de sus mejores trabajos: Dos chicas de revista. De nuevo una aproximación sentimental al teatro ahora desde una de sus vertientes más populares: la revista. Música, comedia, humor, picardía y mucho trabajo tras las bambalinas y los anuncios de color. Lina Morgan –magnífica– encabezaba el reparto en el que brillaban cómicos ilustres de la categoría de José Luis López Vázquez, Manolo Gómez Bur, Antonio Ozores, José Sacristán, Florinda Chico, Rafaela Aparicio, Paco Valladares y como colofón la belleza sugerente y fascinante de Dianik Zurakowska, tal vez los ojos más bellos del cine español (el cine desaprovechó el talento de Dianik, a excepción de Los ojos perdidos (1967) de Rafael García SerranoLa marca del hombre lobo (1968) de Enrique Eguiluz.

Dianik Zurakowska.

 

Y en 1986 otro grande, actor, director y escritor, como Fernando Fernán Gómez (1921-2007) dirigía y coprotagonizaba El viaje a ninguna parte, otro relato lleno de autenticidad, drama y lirismo: la vida dura de los actores de los pequeños teatros que han de viajar de continuo para sobrevivir.

Una escena magistral: aquella en la que el personaje de Fernán Gómezcómico de la legua– no se adapta a las películas y maldice a “los peliculeros” que están hundiendo su oficio ambulante. El magnífico reparto lo completaban José Sacristán, Laura del Sol, Gabino Diego, Juan Diego, María Luisa Ponte…

Hay otras películas interesantes , por ejemplo Las alegres chicas de Colsada, dirigida por Rafael Gil, su última película. Con Tania Doris, Luis Cuenca, José Bódalo, Antonio Garisa, Máximo Valverde, Carmen de Lirio, Fernando Sancho; ambientada en la España de la posguerra es un documento interesante y lleno de emoción sobre la revista y uno de sus máximos productores, el empresario Matías Colsada.

Marisa Porcel nació en Tarazona (Zaragoza) el 15 de noviembre de 1943 e inició su carrerra profesional en el teatro de donde pasó en seguida a la TV y a las colaboraciones en películas casi siempre de comedia Su debut en el cine lo hizo de la mano de Julio Coll con la película Viudas. Después tuvo la oportunidad de trabajar con directores de renombre como Carlos Saura  (El jardín de las delicias, Mi prima Angelica ), José Luis Saénz de Heredia (Se armó el Belén, Proceso a Jesús ), Narciso Ibáñez Serrador (Quien puede matar a un niño) o José Luis Cuerda (El bosque animado). Pero fue la TV y el impulso de José Luis Moreno quien procuró su fama.

Tras intervenir en numerosos programas televisivos  y series (Estudio 1 , Curro Jiménez,  Cañas y barro, Farmacia de guardia, Médico de familia) siempre como actriz de reparto saltó de repente a la fama gracias a la serie de las Matrimoniadas ( o Escenas de Matrimonio ) al lado  Pepe Ruiz, que hacía el papel de su marido, Avelino, y que estuvo en pantalla entre 2007 y 2009 en Telecinco.

La química entre los dos funcionaba a la perfección y se convirtieron en estrellas de esta serie que combinaba escenas de matrimonio con tres parejas, una joven, otra de mediana edad y por último la mayor con muchos años de convivencia presentados en hilarante batalla continua. Tanto Marisa Porcel como Pepe Ruiz estuvieron geniales en sus personajes sabiendo mezclar el humor a veces surrealista, la crueldad de la degeneración de las relaciones de pareja con un tono humano que al final les convertía en inevitablemente simpáticos.

 Marisa Porcel tuvo posteriormente otros papeles en ficciones como ‘La familia mata’, ‘Aquí me las den todas’, ‘Noche sensacional’ y ‘La que se avecina’, ( de nuevo producción de José Luis Moreno )  donde se la vio por última vez, en el año 2013.

 Su talento para la comedia y sus Escenas de matrimonio merecen su recuerdo, el cariño y su homenaje .