Enrique de Diego.
Debes hablar mucho de Dios pero no se te oye. Debes hablar mucho de la Jesús, Hijo de Dios, de la Virgen, de los Santos, de los Sacramentos y de la Salvación, pero no se te oye para nada. Sólo se te ha escuchado hablar a lo largo de tu Pontificado de los inmigrantes musulmanes, como un lacayo de Soros.
Un lacayo, a lo que se ve, inservible. Satanás primero te miente y luego te destruye. Y ahora cree que, con tu ayuda, puede destruir la Iglesia y ha vuelto con el mantra de la pederastia, una de las estrategias de Soros, que ya amargó a Benedicto XVI, y ahora, porque ya nadie te hace caso, porque todo se le está volviendo en contra, porque no influyes, porque eres un mal pastor que no defiendes sino que aburres a las ovejas, retorna el mantra con el que se trata de ensuciar la vida casta de cientos de miles de sacerdotes, que han entregado su vida por Cristo y los demás. Sacerdotes que, con inmensa devoción y delicadeza, han administrado los Sacramentos, han difundido la Gracia y han hecho el milagro cotidiano de la transubstanciación. Sacerdotes de honda piedad y limpio corazón.
Un informe de Pensylvania, en el que, al final, realmente se habla de ¡dos sacerdotes! Y una inmensa autoflagelación de una jerarquía que ha vendido su alma a la escoria de Soros a cambio de un tiempo de tregua de los medios manipuladores.
Que eres un lacayo de Soros, Bergoglio, no es una suposición y mucho menos una maledicencia. Es un hecho contrastado y documentado. Para tu visita a Estados Unidos, y a fin de hacer oscilar el voto católico hacia la nefanda descerebrada de Hillary Clinton, Soros invirtió, que se tenga constancia, 650.000 dólares, a través de Pico National Netxork, una red progresista (el concepto que esconde a la gentuza trincona y parásita) de asociaciones, y de Faith in Public Life, Fe en la Vida pública, fundada por el sacerdote jesuita John Baumann; dinero invertido para que la posición a favor de la familia se identificara con un discurso meramente económico relacionado con la desigualdad económica –qué le importara al genocida Soros, escoria, magnate y especulador, la desigualdad- quitando cualquier cuestión relativa a la indisolubilidad del matrimonio y a no cegar las fuentes de la vida.
El propio Soros encargó un sondeo trucado en el que se afirmara que esa perversión era lo que querían los católicos para que tú te plegaras. Y has hecho, Bergoglio, cosas abominables, manifiestamente estúpidas, como respaldar con una Encíclica, en 2.015, la agenda medioambientalista de Soros.
Nada has dicho de la documentación de Open Society en la que se afirma que fue un “dinero bien gastado”, ni de las referencias a que el cardenal de Honduras, Óscar Rodríguez Maradiaga, está a sueldo y al servicio de Soros.
Así que cuando el mundo necesita doctrina segura, exigencia y proselitismo, desde el Vaticano no has difundido más que confusión y patéticas chorradas, como aquella de que no había que estar todo el día hablando del aborto o cuando llamaste “coneja” a una católica que tenía muchos hijos. Y no digamos el detalle que te retrata como un canalla y un traidor de tu visita a Lesbos cuando preferiste llevarte tres familias musulmanas al Vaticano dejando en tierra a dos familias cristianas, que tenían, obviamente, mucho más derecho y mucha más necesidad. Eso te convierte en cómplice de los martirios de los cristianos. Es duro, pero es la pura verdad, pedazo de canalla.
Pero tu Bergoglio, lacayo inservible de Soros, al que ahora te va a destruir, has callado sobre el martirio de los cristianos en Siria e Irak, como lo haces respecto al genocidio en Nigeria. Nunca dices que los verdugos son musulmanes, mientras en Europa propugnas la islamización irrestricta como un descerebrado, atenazado en su estupidez y en su vanidad superlativa. Lo que quieres es que exterminen a los cristianos a cambio de unos días de vanagloria que ya han pasado. Ahora vas a sufrir lo que no está escrito en descrédito, porque te has vuelto inservible, ya no sirves para nada.
El mundo precisaba de la jerarquía católica dignidad, firmeza y valentía, porque la verdad no tiene más que un camino; hablar de Cristo. Y tú te has dedicado a ceder y ceder, a mundanizarte, cuando todos, y tú también, rendiremos cuentas del tiempo inútilmente gastado.
Pareces soñar con una Europa islámica, surcada de conflictos, a pesar de las evidencias del incremento de la violencia, el terrorismo, las violaciones, la persecución de los cristianos en los albergues alemanes, las vejaciones a las mujeres en los centros de inmigrantes belgas. No nos vamos a dejar exterminar, Bergoglio, imbécil. No estamos ante el buen samaritano, sino ante fanáticos de una doctrina criminal.
Has escamoteado las exigencias de la vida cristiana. Pareces temer más el juicio de los hombres que el de Dios. Has sometido a la Iglesia a Soros y vas a terminar solo, sin que nadie te haga el menor caso, vagando por los pasillos del Vaticano. Eres el mal pastor, el pésimo pastor, y ahora van a ir a por ti los lobos.