Yrena Callais.
Anda suelto un cabrón por las oficinas de Hacienda de Elche que se pasa el principio de igualdad de todos ante la Ley por la entrepierna, cometiendo abuso de poder y prevaricación, entre otros delitos. Conozco perfectamente el nombre y los apellidos de dicho individuo, pero de momento no los voy a hacer públicos. Me guardo para mi solo ese momento de deleite. Además, poseo cierta información privilegiada que muchos de sus enemigos me han hecho llegar. Este señor, que quiere pagarse sus vacaciones a lo grande todos los años, emite papeles contra el ciudadano, probo y responsable, aunque sean cuestiones ya prescritas.
El caso que les voy a exponer me lo ha contado cierto amigo que se ha visto involucrado en él. Durante unas expropiaciones, cuyo pago se realizó en el 2.013, y que a dicha fecha, la determinación del justiprecio, como momento del devengo del impuesto, brincaba más de cinco ejercicios -o sea, estaba prescrito- al buen señor se le ocurrió mandar papeles a esta familia, exigiéndoles el pago del impuesto, pero con la peculiaridad, de que tan solo se lo exigía a unos partícipes del expediente, dejando fuera a otros. Tengo nombres y apellidos de todos y, en su momento, los haré públicos. Resulta que al que ha dejado fuera no vive en Elche, sino en la capital de España. Esta persona se da la casualidad de que es la más acaudalada de los hermanos, pero este raboso no ha podido convencer al inspector de Madrid, porque es con un hombre con decencia y moralidad, para que interviniera en la tropelía. El señor de Madrid ni siquiera hizo mención del pago de dicho impuesto y lo consideró, de antemano, prescrito. Sin embargo, este psicópata fiscal, que no debería estar sentado tras una mesa en las oficinas de la Hacienda pública, sino más bien en un centro psiquiátrico penitenciario, por dedicarse a someter a los individuos que él determina en su mente enferma a maltrato psicológico. Este Nerón de frenopático, Hitler de parvulario jugando a exterminar uno de cada tres, a mí no me convence. No sé si a ustedes, señorías, que se dedican a juzgar les parece coherente que se vulnere el principio de igualdad de todos ante la Ley.
¿Quién es él para determinar los que van a morir o los que se van a salvar? Este señor debería estar fuera de la función pública y el ciudadano, honrado, trabajador, persona coherente que va a su asesor fiscal y éste le dice que no tiene que declararlo porque ya, con razón, está prescrito, de repente pasa de poder alimentar a su familia a estar en una angustiosa pobreza, lo que conlleva problemas para la salud. ¿Qué le importa a él todo eso? Pero yo le vaticino que nuevos tiempos están por llegar, tiempos en los que vamos a pasar a toda esta gentuza por la espada de la Justicia, porque les han quitado todo el poder a los jueces, de tal manera que hoy en día el delito ya no es robar o extorsionar. Hoy día todos los delitos tienen el apellido de fraude fiscal. Y lo hacen para amedrentar a las clases medias, porque la gente calla y paga, y se bajan los pantalones y aún no existen, como en Estados Unidos, querellas por malos tratos por parte del Fisco, responsabilidades penales y civiles, por daños causados; daños que jamás se deberían haber producido porque van mucho más allá de una visión procelosa de la Ley.
Pronto les desvelaré el nombre de tan abyecto individuo, que se paga sus casas, sus segundas residencias y sus vacaciones alrededor del mundo, como ha podido saber Rambla Libre, con sangre, sudor y lágrimas del pobre y sufriente contribuyente, al que solamente le ha tocado callar y pagar. Y ahora me pregunto yo, ¿dónde están los jueces para frenar dichas tropelías? Porque ellos también son contribuyentes.