Editorial.
Argentina ha dado una lección al mundo de defensa del derecho a la vida, de moral, de altruismo defendiendo a los más indefensos. El hecho de que el Senado argentino se opusiera al aborto por 38 votos a 31, unido a la gran movilización ciudadana bajo el azul celeste por las 2 vidas, nos parece de una extraordinaria importancia, como si marcara un antes y un después, como si se iniciara una recuperación mundial de la defensa de la vida, fundamental para que nuestra civilización sobreviva, amenazada de extinción por la cultura de la muerte.
Es preciso destacar que el nefando Gobierno Macri ha puesto en marcha esta ley destructiva y antiargentina, contraria a su identidad, al dictado de los oscuros poderes mundialistas a los que sirve. Macri se ha mostrado como un lacayo, como gentuza de la peor especie que utiliza el aborto para ocultar las carencias de sus políticas neoliberales y para obtener clemencia de sus amos.
Argentina ha sabido responder a esta agresión foránea con gran entereza. La movilización popular ha sido impresionante, con una gran claridad de ideas respecto a lo que estaba en juego, que era las dos vidas y la supervivencia de Argentina como sociedad civilizada. Es preciso perseverar en esa actitud y difundir aún más los altos ideales provida puesto que el mindundi Macri está obligado a perseverar en su posición criminal y genocida, y ha insinuado o anunciado una despenalización a través del Código Penal. El aborto se trata de una estrategia financiada por el capitalismo salvaje y globalista de George Soros.
Argentina nos ha emocionado con su dignidad, con su adhesión a los principios de orden moral natural y con su alto sentido de la dignidad de la vida humana, desde el momento de la concepción. Es un ejemplo que debe resonar por todo el mundo. Y lo hará.
Por contra, el 26 de mayo de 2.018, Irlanda se unía en el cenagal de la cultura de la muerte mediante un referéndum en el que 66,4% votó a favor, el 36,3% en contra, con una participación del 64,1%. Sólo en el condado de Donegal el no fue mayoritario. Era, supuestamente, la misma Irlanda que abarrotó el Phoenix Park para escuchar a San Juan Pablo II el 29 de septiembre de 1.979, la misma de la que 300.000 jóvenes acudieron a una Eucaristía en Galway. No era la misma. El 26 de mayo de 2.018, Irlanda abjuró de sí misma, de su historia. Irlanda había encontrado en la predicación de San Patricio la fuerza para superar las dificultades, para mantenerse como pueblo y para obtener la fuerza para abrirse paso en la emigración, con familias fuertes y sólidas. El primer ministro, Leo Varadkar prometió «una constitución moderna para un país moderno«, identificando la modernidad con el asesinato. Dijo que era la misma Irlanda, «un poco más amable, un poco más tolerante y un poco más moral«. La identificación de la moralidad con el homicidio de los más indefensos mostró la inmensa bajeza moral de este personaje abyecto y de ese 66,4% de cómplices del asesinato en masa. Irlanda ha abandonado su alma y hoy es la ramera de Soros, con gestos tan patéticos como que Amnistía Internacional se implicara con fondos en el campaña por el asesinato de los no nacidos.
No cabe engañarse, ni dejar el más mínimo resquicio a estos prohomicidio que se presentan con argumentarios sentimentaloides. El aborto es el principal instrumento para la extinción de las sociedades occidentales, y la experiencia española lo demuestra, con una caída brutal de la natalidad, situada muy lejos de la tasa de fecundidad de reemplazo. Siempre con sentimentalismos extremos, al servicio de Satanás, el padre de la mentira, como está Macri, servidor del diablo, se esconde la realidad de banalizar el crimen hasta situar, como sucede en España, el aborto como mero método anticonceptivo. Las consecuencias son la demolición de las familias, la introducción de graves conflictos, la imposibilidad de la convivencia y la destrucción de la sociedad. Se dan casos de mujeres que abortan varias veces al año.
Argentina ha marcado la senda de una liberación mundial de la mentira y el crimen, de una luz cegadora a favor de la vida y de los más indefensos.