Virginia Montes.
El 9 de septiembre tendrán lugar las elecciones generales en Suecia, llamadas a revolucionar el panorama político de la nación escandinava. La tendencia más clara que han ido marcando las encuestas es un acusado descenso de la socialdemocracia, en torno a la cual ha girado la política durante décadas. Un sondeo de Dagens Nytheter, principal rotativo sueco, sitúa ese descenso en cuatro puntos, lo que acorta sensiblemente la distancia respecto a su principal competidor, el identitario Demócratas de Suecia de Jimmie Akensson, que supera el listón del 20%. Algunas encuestas, como una del gratuito Metro, da el primer puesto a Demócratas de Suecia, aunque se considera este sondeo menos fiable, quizás porque el sistema no está preparado para una realidad que se abre paso.
La lógica democrática de las anteriores elecciones hubiera sido un gobierno de coalición de los conservadores Nuevos Moderados y Demócratas de Suecia, pero los conservadores han participado en el cordón sanitario establecido alrededor de los identitarios, de forma que se ha permitido el Gobierno de minorías como la actual de socialdemócratas y verdes. El resultado ha sido una legislatura muy convulsa y la caída el año pasado de la líder conservadora, Anna Kinberg Batra, pocos meses después de anunciar su disposición a gobernar con Demócratas de Suecia. Nuevos Moderados es una coalición de partidos: liberales y centristas se opusieron a ese giro a la derecha.
También la trayectoria de Demócratas de Suecia ha estado surcada de polémicas, amplificadas por los medios, pero un número creciente de suecos ven en ese partido una tabla de salvación: del paraíso sociademócrata se ha pasado al infierno multicultural. En 2015, Suecia acogió a 165.000 inmigrantes negros africanos, de religión musulmana, la relación per cápita más elevada de Europa. Las consecuencias han sido demoledoras. Lejos de mostrar agradecimiento, han actuado como una especie de conquistadores. Hoy es la nación del mundo con más violaciones y Malmö, la capital. También se han mutiplicado por 10 los homicidos en ajustes de cuentas. Los judíos están siendo agredidos por los musulmanes.
Los suecos están siendo sometidos a un proceso de ingeniería social y en ningún lado se ha llegado tan lejos en el proceso de sustitución de la población con cargo al contribuyente. No es descartable que, como respuesta a esa imposición genocida, Demócratas de Suecia sea el partido más votado y eso sería un terremoto en toda Europa.