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El juego de la no representación

Redacción




Enrique de Diego.

Querido lector: le propongo un ejercicio práctico que podríamos llamar el juego de la no representación. Puede ser ilustrativo y servir para pasar una buena sobremesa. Quede con familiares y amigos y proponga las siguientes pruebas:

  • Recordar los tres primeros candidatos de la lista que votaron
  • Ver quién es capaz de recordar más candidatos de la lista a la que concedió su confianza
  • Señalar los dos primeros candidatos (los tres o cinco si es usted de Madrid o Barcelona) de las dos listas que obtuvieron más votos en su circunscripción
  • indicar cuál fue el reparto de escaños en su circunscripción

Una vez realizadas estas pruebas, y superadas, dadas su facilidad, subimos el nivel de dificultad.
Cada uno de los participantes señalará a su representante de referencia, aquél por quién se siente más representado. Bastará con realizar la siguiente pregunta: si usted -cada uno de los jugadores- tiene un problema o quiere hacer una sugerencia en contra de una disposición legislativa

¿a qué diputado o senador acudiría para dárselo a conocer?

¿qué medio utilizaría para dárselo a conocer, presencial o telemático?

Sugiera otra prueba más: si podrían explicar las razones -méritos, por ejemplo- para la inclusión en la lista a la que votaron de los diputados y senadores electos.

Haga que los concursantes reseñen alguna iniciativa legislativa o intervención parlamentaria destacada de los diputados o senadores a los que dieron su voto.

Concluya, por último, proponiendo que cada participante señale cuantos diputados y senadores de la lista a la que votaron les son por completo desconocidos. Amplíe la prueba a los otros partidos a los que el concursante no votó. En caso de empate entre dos o más jugadores, la prueba definitiva consistiría en indicar si leyeron o no los nombres de los candidatos que figuraba en la lista que cada uno depositó en la urna y en explicar los motivos que le llevaron a leerla o a, simplemente, introducir la papeleta en el sobre.

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Resulta problemático a quien conceder la victoria, si al que leyó la lista, por su responsabilidad, o al que, por su sinceridad, reconozca que sólo se fijó en el anagrama, y únicamente prestó atención a si la lista al Senado era difícil de meter en el sobre. Quizá el dilema se resuelva estableciendo un doble premio: al más informado y al más hooligan. Representados no está ninguno.