Editorial.
La idea lanzada por Matteo Salvini de propiciar un Liga europea que se presente a las elecciones al Parlamento de Estrasburgo, que tendrán lugar entre el 23 y el 26 de mayo, nos parece extraordinariamente esperanzadora y la apoyamos de manera fervorosa, como la oportunidad para que la Europa que no quiere sucumbir a la estupidez de la corrección política, ni ser islamizada con las absurdas y crueles costumbres que han llevado al desastre a las sociedades donde impera la sharia, se rebele y vote por la Europa del trabajo, de la familia, de los valores, de los pueblos, frente a la Europa de la burocracia de Bruselas, de las élites depredadoras y avariciosas y contra la izquierda lacaya.
Una Liga europea auspiciada por Matteo Salvini, que ha tomado un liderazgo que supera las fronteras de Italia, para conectar con la corriente de la mayoría silenciada y acosada por los medios, sería una oferta tumbativa que de seguro conseguiría mayoría absoluta en el Parlamento europeo, como voto de castigo a los poderes que están destruyendo la textura vital, la identidad de las naciones, mientras se enriquecen a costa del sufrimiento de los demás.