Virginia Montes.
La CSU bávara quiere un endurecimiento de la política de inmigración con carácter inmediato. El tiempo apremia, porque las elecciones en Baviera son el 14 de octubre y la CSU teme que Alternativa para Alemania se beneficie del rechazo popular a las políticas laxas hacia la inmigración que manifiestamente encabeza Ángela Merkel, para Alemania y para toda Europa.
Para formar coalición, la CSU exigió el Ministerio del Interior para Horst Seehofer. Éste ha anunciado medidas, aunque no se han llevado al papel, que representan un importante cambio en la política de sin fronteras. Esas medidas prevén el rechazo inmediato en la frontera de futuros solicitantes de asilo cuyas huellas dactilares figuren inscritas en otro país de la UE dentro de la base de datos común Eurodac, lo cual, según el protocolo de Dublín, significa que les corresponde pedir asilo en ese país. Merkel rechaza ese supuesto, no sólo por considerarlo una infracción del Derecho y de los valores europeos, sino por considerar que así se sobrecargarían las capacidades de los países con fronteras exteriores de la Unión Europea. Por eso insiste en que debería consensuarse una solución a escala europea, no unilateral. El ministro Seehofer también quiere el rechazo inmediato en la frontera de quienes intenten volver a entrar en Alemania tras haber sido expulsados. La CDU dejó traslucir que ese aspecto sí podría ser aceptado por Merkel.
Horst Seehofer ha amenazado con tomar unilateralmente las medidas desde el Ministerio, mientras el presidente bávaro, Markus Söder exigía celeridad: «esto tiene que decidirse ahora y deprisa. Sólo habrá movimiento en Europa si Alemania marca el tono y deja claro que puede proteger sus propias fronteras«. Seehofer compareció el miércoles con el canciller austriaco, Sebastian Kurz, quien tomará la presidencia rotatoria de la UE el 1 de julio, proponiendo un eje contra la inmigración ilegal de Berlín-Viena-Roma.
La situación ha alcanzado tales niveles de tensión política que Ángela Merkel tuvo que reclamar el apoyo de los parlamentarios de la CDU y los presidentes democristianos de los länder, con la única idea de ganar tiempo -dos semanas- hasta el Consejo de Europa y con la genérica propuesta de que es precisa una política europea y no decisiones de cada nación.