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Desde 2007, Interior ha dejado de contabilizar hombres asesinados por violencia doméstica

Redacción




Portal de una vivienda en Bilbao donde una mujer mató a puñaladas a su marido. /Foto: deia.com.
Portal de una vivienda en Bilbao donde una mujer mató a puñaladas a su marido. /Foto: deia.com.

Enrique de Diego

Las imposiciones de la tiranía de la corrección política llegan hasta la negación de la realidad: desde 2006 dejaron de contabilizarse niños asesinados en violencia doméstica y desde 2007, hombres asesinados.

No puede, en ningún caso, considerarse que una mujer pueda asesinar a sus hijos o a su pareja, cuestiones que solo pueden ser consecuencia de la malicia intrínseca del hombre.

Entre 2000 y 2006, fueron asesinados, según las estadísticas del Ministerio del Interior, 280 niños, sin especificar si el asesino había sido el padre o la madre. Desde ese año, la estadística desaparece.

En el año 2014, fueron asesinadas 57 mujeres, 32 niños y 21 hombres, dentro de la violencia en el hogar. No se dedica un solo euro a combatir ni los asesinatos de niños ni de hombres, pero se han dedicado entre 25 mil y 30 mil millones de euros a combatir la violencia contra las mujeres, con evidente fracaso, pues este año ya son 18 las víctimas.

Por tanto, 21 hombres asesinados en 2014. No es una cifra despreciable, ni mucho menos. Pero desde 2017 han dejado de contabilizarse en cualquier estadística oficial. Es la mentira estadística llevada hasta sus últimas consecuencias: los asesinatos de hombres por sus parejas han dejado literalmente de existir.

El Consejo General del Poder Judicial está empeñado en que no hay denuncias falsas, que son un porcentaje despreciable del 0,007%. Sin embargo, su propia estadística resulta altamente chocante. Entre 2005 y 2012, se tramitaron 1.170.000 delitos y faltas, fueron denunciados 264.000 hombres, algunos de los cuales tuvieron varias denuncias, y fueron condenados 55.000. ¿Hubo casi un millón de denuncias falsas o sin pruebas?

Estamos ante un proceso ideológico, que representa un gran despilfarro de dinero público y que provoca violencia, pues se hace sobre la base de una ideología de odio. Como tal proceso ideológico, ya no hay hombres y mujeres perversos, sino que todos los hombres son malos –patriarcado, capitalistas- y todas las mujeres, sin pecado original, son buenas –proletariado-, de modo que eliminando la estadística la ideología es confirmada: sólo los hombres matan para mantener sus privilegios. Y esto se asume como doctrina oficial en las estadísticas.