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Análisis: Podemos, ninguneado y satelizado por el PSOE

Redacción




Enrique de Diego.

Albert Rivera ha quedado descolocado, Pablo Iglesias, satelizado. Ciudadanos es como un barco que a toda vela se dirigía a Itaca y de repente el viento que insuflaba sus velas ha desaparecido. La situación de Pablo Iglesias, de momento, es aún peor. Ha quedado satelizado. El PSOE pretende destruir a Podemos, ser el planeta alrededor del cual gire en órbita el satélite.

El voto de Podemos en la moción de censura no sólo ha sido gratis, sino que le está empezando a resultar altamente gravoso. No podía hacer otra cosa, ciertamente, porque, en ningún caso, podía aparecer sosteniendo a Mariano Rajoy, pero la trampa es que en paquete iba Pedro Sánchez, un personaje ambicioso pero menor, resentido y cruel. Aún no consigo comprender las razones por las que no ha llevado al Gobierno a Susana Sumuelzo, que fue quien la se jugó por él, anunciando que se mantenía en el no es no, frente al Comité Federal. Tampoco ha perdonado el intento de sorpasso y la consiguiente lucha por el liderazgo de la izquierda. El trato dado a Podemos es humillante.

Dice Pablo Iglesias que el Gobierno desgasta más y que sin apoyos Pedro Sánchez va a pasar «un calvario«, pero algo de razón llevaba el sagaz Pío Cabanillas cuando dijo que desgasta más la oposición. Sánchez, que en tanto que socialista es un manirroto, ha pasado de trece a dieciocho ministerios, de los cuales cinco no tienen presupuesto, y no ha repartido nada, no ha dejado tocar bola a Podemos, que ha reclamado su trozo de pastel, su parte del botín. Dice Pablo Iglesias que a Pedro Sánchez «no le han hecho presidente ni el PP ni Ciudadanos, sino nosotros». Pero es una media verdad, porque quien le ha hecho presidente, a la postre, ha sido el PNV y, como es notorio, los separatistas catalanes, y también Podemos, ciertamente, pero, sobre todo, el PNV.

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Pedro Sánchez está jugando como si no tuviera deuda alguna con Podemos. Está haciendo márketing político; está asegurando su secretaría general mediante el premio a sus colaboradores y está preparando las elecciones generales, desdibujando a Podemos al que ha situado en la posición estricta de enemigo o de paria.

Pablo Iglesias dice que Sánchez se ha olvidado en 24 horas de quienes le han llevado a la presidencia y ha empezado un proceso de demonización geométrica: éste es un Gobierno que gusta más a PP y Ciudadanos y en el que incluso a Grande Marlaska le sitúa como un «ministro del PP«. Ha ayudado Ciudadanos a esa especie. Albert Rivera ha dado la consigna de no criticar a los ministros, de estar más al contenido que al continente, y Juan Carlos Girauta ha ido más allá rebajando la crítica hasta parecer elogio: “los nombramientos indican una buena voluntad de crear un Gobierno con buenos profesionales y buenos técnicos», de modo que no le «chirría» ningún nombre. Girauta es un exmilitante socialista y exmilitante pepero: un hombre con pocas convicciones, al que ya no le chirría casi nada.

La papeleta para Pablo Iglesias no es moco de pavo. Se ha apresurado a montar una especie de gobierno en la sombra, denominado pomposamente «consejo de sabios«. En realidad, por ahora, no sabe qué hacer. Deambula por el cuadrilátero como un boxeador sonado que no acaba de encontrar al contrincante. Es como si Podemos fuera una reedición de la UCD que hubiera cumplido su misión histórica de echar a Mariano Rajoy y estuviera llamado a languidecer y extinguirse. ¿Qué puede hacer Podemos? ¿Acaso agitar la calle? ¿Contra quién ha llevado a la presidencia del Gobierno? Iglesias ha empezado a dar claros síntomas de desasosiego situando al Gobierno de Pedro Sánchez en la derecha. Lo entendería mejor con mi concepto de casta, que él ha abandonado. La única estrategia viable, a corto plazo, es hacer la vida imposible a algunos ministros, sin una confrontación directa con el Gobierno, porque eso le haría aparecer en posiciones tácticas conjuntas con la derecha. Iglesias que, en sus inicios fue una fuerza emergente de la naturaleza, ha demostrado ser un mal táctico y un peor estratega. Llegó a la moción de censura muy noqueado por su sueño pequeñoburgués de La Navata, con su proyecto de familia, y necesitado de mucho ruido para que se olvidara la polémica, y ahora se está dando cuenta de que Pedro Sánchez va a por él, a segarle la hierba bajo los pies.

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La satelización a Podemos no le conviene, ni se siente cómodo, pero le va a resultar difícil salirse de la órbita marcada por Pedro Sánchez. Si no sale, está perdido.