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Carta a Santiago Abascal (y 3): Sólo hay dos partidos, el resto y Vox; no es tiempo de alternancia sino de alternativa

Redacción




Enrique de Diego.

Las tres derechas, Santiago, son una trampa y una grosera mentira. Los frentismos en bloques de derecha e izquierda son otra trampa y otra grosera mentira. No hay nada histórico en desalojar al socialismo de San Telmo si el socialismo se reproduce a través de un banal pacto de PP y Ciudadanos. En ese esquema de las tres derechas, de corte aznarista, que además deberían tender a fundirse, a ti, Santiago Abascal, se te concede el papel de la bisagra a la que se diaboliza como compañero de viaje necesario e indeseable, como si unos cientos de miles, cuatrocientos mil en Andalucía, se hubieran despistado y se hubieran salido de la madre del sistema.

No, el debate hoy, aquí y ahora, no es de derechas o izquierdas, no es de bloques de derechas o izquierdas. La situación es de extrema necesidad y de supervivencia, implica retomar los resortes morales de la sociedad que han sido sacados de sus goznes. Los debates reales son:

  1. Globalismo-patriotismo. Disolución de las patrias en un magma de entidades supranaciones controladas por las élites o retorno a la Europa de las Patrias y fortalecimiento de la nación.
  2. Multiculturalismo-identidad. Destrucción de las señas de identidad, de las regularidades que nos permiten comunicarnos, para establecer sociedades cerradas, yuxtapuestas, llamadas a enfrentarse con criterios étnicos o religiosos.
  3. Islamismo-cristianismo. El multiculturalismo no es más que la islamización de las sociedades europeas con el paso previo de la destrucción de sus raíces cristianas.
  4. Sustitución de la población-familia y natalidad. El multiculturalismo precisa la sustitución de la población autóctona mediante una inmigración invasiva. Primero la sustitución, luego el exterminio.
  5. Ideología de género-amor y familia. La ideología de género es el instrumento del control social también en la vida privada, para destruir las familias, masacrando a los hijos y convirtiendo a los varones en apestados perseguidos desde las instituciones.
  6. Muerte-vida. Aborto, eutanasia, todo cuanto puede mediante una ética hedonista acabar con la natalidad de los españoles autóctonos.

No se puede dejar de constatar que el Partido Popular, en su nauseabunda corrupción ideológica, ha hecho una apuesta por los términos que encabezan cada apartado y es hoy un enemigo declarado de la sociedad libre de corte cristiano. Una mera colección de intereses con una alta carga destructiva hipócrita, nihilista y destructiva.

En sus bandazos, en su condición de veleta, Ciudadanos, que en 2009 se coaligó a las europeas con Libertas apostando por la parte derecha de los términos de las disyuntivas reseñadas, ahora ha llevado su corrupción moral más allá que el PP y es notoriamente un enemigo de España, que no merece ser votado ni en Cataluña.

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Al lado de estos grandes debates nucleares, que se le den o no licencias de radio a Federico Jiménez Losantos es la soberana estupidez de un mediocre; levantar las alfombras de San Telmo es pecata minuta, y ¿cómo y quién va a levantar esas alfombras cuando Juan Marín y sus mariachis han sido cómplices estos cuatro últimos años del susanato?

No, no existen las tres derechas. Casi nada o muy poco se consigue cambiando las izquierdas por las derechas si éstas son globalistas, multiculturales, islamizadoras, proinmigración, partidarias de la ideología de género o permisivas con la cultura de la muerte. Por esa línea no hay ninguna salida, todo es degradación y destrucción de la sociedad.

Vox, con su programa, es la alternativa. Es el único partido que defiende el patriotismo, la identidad nacional con sus regularidades y tradiciones, el cristianismo como fundamento, la familia, la natalidad, la cultura de la vida. Vox no es otro partido, sino la alternativa al resto de partidos. En propiedad, sólo hay dos partidos, Vox y el resto. Por eso, Vox no puede pactar, no puede ceder, porque entrega su alma, deja de ser alternativa para degenerar en mera bisagra. Para eso es mejor pedir consejerías y direcciones generales y montárselo y que toque la orquesta mientras se hunde el Titanic, nuestra entrañable y querida España.

Vox está solo. Y cuando se establezca un pacto con él, siempre se incumplirá y será traicionado, porque es el enemigo a batir de todos, que militan en el bando del mal, en el bando de la destrucción. Pablo Casado no es Sebastian Kurtz ni Viktor Orban; es un satélite del globalismo, es un satélite del mal. Albert Rivera es la clonación amorfa de la fracasada operación Macron, la sumisión a los poderes globalistas; es el mal absoluto adobado con dosis venenosas de hipocresía. PP y Ciudadanos no son ni tan siquiera el mal menor respecto a PSOE y Podemos, son simplemente diversas facetas del mal, las dos caras de Juno, como pandillas de gangsters que simplemente pelean por ampliar su territorio pero que forman parte de un mismo orden moral.

Una persona muy cercana a ti, Santiago Abascal, que se ha batido el cobre por tu causa, como es el presidente de Hazte Oír, Ignacio Arsuaga te recrimina el error cometido: “Es el PP el que manipula y presiona en extremo en la negociación hasta conseguir que Vox renuncie a cosas que (en mi opinión) no debería haber renunciado, al menos no tan pronto”. Y añade: “Creo que si Vox hubiera aguantado la presión varias semanas más y no hubiera entregado las llaves de San Telmo en 24 horas podría haberse convertido en la primera fuerza del centroderecha. Ahora con el pacto que no dice la palabra género lo tiene mucho más difícil”.

Vox, y es muy meritorio, ha conseguido abrir los debates, ha plantado cara a la mentira y la ha puesto contra las cuerdas, muchos españoles han oído hablar, por primera vez en los medios, de materias vetadas y ocultadas como las denuncias falsas en ideología de género o las prácticas proinmigración de la Junta de Andalucía. Pero es preciso llevar las soluciones a efecto, y no pueden llevarse en ningún caso, bajo ningún concepto, mediante el pacto, el acuerdo y el consenso, no sólo porque la democracia es disenso sino porque cualquier cesión, por nimia que sea, hace perder la condición de alternativa para degradar a bisagra, instalando y acomodando en el sistema partitocrático. Vox no es de centroderecha, Ignacio Arsuaga, ni sería el objetivo holístico que fuera el primero del centroderecha. Vox es la alternativa. Eso implica soledad, pero ahí estriba su fortaleza, porque ya no es cuestión de alternancia sino de alternativa.

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Esto es incapaz de comprenderlo Federico Jiménez Losantos, que es una nulidad, un pésimo empresario al borde de la quiebra, pero es la cuestión clave y nuclear, y de su entendimiento depende que Vox no sea enredado en la tela de araña de la casta convirtiendo a ese partido en un actor de reparto de la farsa.

La lógica de la realidad, la situación de peligro para la supervivencia de la sociedad y la nación hacen que el imperativo ético y estratégico conlleve que Vox no vote a favor de la investidura de Juan Manuel Moreno Bonilla, al menos de manera tan graciosa. Si bien el reto fundamental, la hora decisiva, serán las elecciones europeas del 26 de mayo, donde se juega la supervivencia de Europa y de cada una de sus naciones, incluida España, en donde será sumamente evidente que hay dos partidos. Vox y el resto.