Enrique de Diego.
La política alicantina ha llegado a su nivel moral más bajo con la alcaldía de Luis Barcala. El Ayuntamiento de Alicante está sometido al capricho mostrenco de una tránsfuga, Nerea Belmonte, dominada por mucho más que una asesora, Elsa Martínez, un desastre sin paliativos, quien después de su nefasta gestión en la Ciudad de la Luz debía haber desaparecido de la vida pública, y que ahora muestra su poder de influencia asistiendo en primera fila al pleno municipal, tras fotografiarse ostentosamente en las fiestas de Alcoy con su pareja de hecho.
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Es mentira que el voto en blanco de Nerea Belmonte fuera el resultado de un fracaso en la negociación o del simple despecho hacia Pavón. Es mentira que Luis Barcala fuera el primer sorprendido. Es mentira que todo haya sido el efecto perverso de dos jornadas trepidantes de negociaciones fallidas.
El Partido Popular sabía, con los problemas judiciales de Gabriel Echavarri en marcha, que Luis Barcala iba a ser el futuro alcalde, porque Elsa Martínez había asegurado ya la traición de Nerea Belmonte y Fernando Sepulcre no iba a ser el voto 15, con más de 62.000 euros de sueldo, mimado por César Sánchez.
El PP ya sabía de la traición de Nerea Belmonte a su electorado podemita cuando escenificó la farsa de las elecciones a la presidencia local del PP en la que la militancia se evaporó, por mor del recurso al impago de las cuotas, y el censo fue restringido a unos pocos centenares, a fin de que saliera elegido el continuista Toño Peral –jefe de gabinete de la Diputación- frente al regenerador Francisco Maestre.
Porque este pacto oscuro que hoy domina el Ayuntamiento de Alicante es un ménage à trois: Toño Peral, Elsa Martínez y Nerea Belmonte. Por eso el pacto de las familias peperas funcionó con tanto lubricante: Luis Barcala, el cuarto de la lista, a la alcaldía, Mari Carmen de España, la nueva figura emergente, con su padre acarreando jubilados y boxeadores a las urnas, Elsa Martínez, rutilante y ufana votando al “padre de mi hijo”, porque Toño Peral y Elsa tienen un hijo en común y también intereses económicos comunes y, en términos económicos, siguen siendo una unidad de destino, para lo malo y para lo bueno. Y José Ciscar moviendo los hilos al tiempo que ninguneado.
Todo estaba atado y bien atado desde hace meses. Todo es una farsa y un sainete. Nunca Alicante, que ha pasado ya por muchas, que ha pasado por todas las tropelías de Luis Díaz Alperi –el que llegó con el piso embargado y al poco se puso a navegar en yate-, y de Sonia Castedo –al que rumboso capo Enrique Ortiz le regaló un mini a su niñera-, había caído tan bajo moralmente como con este equipo de gobierno amorfo e informe, sin preparación, sometido al capricho prepotente y garrulo de Nerea Belmonte, que se pavonea –observada en primera fila por su pareja de hecho política- de haber recibido una oferta de sueldo de 3.500 euros, rechaada, a lo que se ve, porque, hemos de suponer, el precio a pagar es más alto. Que todo se sabrá. Y toda la farsa se mostrará a la luz y la torrentera correrá libre por La Rambla.
Y para que de nada falte en este sainete impúdico, viene Mariano Rajoy a celebrar la reconquista, con la desmadejada y amortizada Isabel Bonig, cuando las encuestas dan un descenso descalabrante de diez diputados. ¿Acaso viene Mariano Rajoy a explicar a los alicantinos por qué la provincia de Alicante es la más ninguneada por él en los Presupuestos Generales del Estado? El PP debe haber pensado que los alicantinos son los más estultos del mundo mundial. ¿Llega para agradecer a Nerea Belmonte su regalo envenenado? ¿Se sentará Elsa Martínez en primera fila a lucir palmito y trofeo? ¿Visitará Rajoy la Ciudad de La Luz?
Sobre el ménage à trois hay todavía mucho que contar del eje Diputación-General Marvá.