Enrique de Diego.
A pesar de las agresivas campañas laicistas, España vibra con la Pasión de Cristo. Toda la belleza de las imágenes, todo el amor de siglos embelleciendo los pasos, toda esa sociedad civil auténtica construida en torno a las Cofradías, ha vuelto a salir a las calles entre el fervor popular.
Modos distintos de demostrar la fe y el amor a Nuestro Señor. Desde el ruido de los tambores, al silencio, a las saetas andaluzas. Junto a las más afamadas procesiones de Zamora, Valladolid, Sevilla y esa capital de España en que deviene Málaga con la Cofradía de Mena y el Cristo de la Buena Muerte escoltado con recia marcialidad y virilidad por los legionarios, en cada rincón de España, en los pueblos más recónditos se venera y se reproducen las escenas de Nuestra Redención.
Hace 2.000 años, los cristianos triunfamos con Cristo Resucitado. En estos tiempos, en que tantas fuerzas están desatadas para acabar con el cristianismo y con la civilización occidental, y aún con la especie, volveremos a triunfar porque nuestra vida es esperar el Segundo Advenimiento y la arribada a la Casa del Padre.