Enrique de Diego.
Parece mentira Pedro -como te ha rebatuizado Cruz Sánchez de Lara, que lo de Jota queda para ese perro al que quieres tanto que no te lo has llevado a vivir a tu nueva casa- que a estas alturas crepusculares de tu vida haya que darte lecciones de periodismo y explicarte que es la libertad de información y de expresión.
A través de la revista Lecturas, con tu periodista orgánica Pilar Eyre, te refieres a Rambla Libre, sin citarnos, lo que es de agradecer, y a mi libro «El triunfo de Ágatha Ruiz de la Prada» (de venta solo en Amazon) afirmando que «yo estoy hecho a todo…pero tengo miedo de que hagan daño a Cruz. Que queriendo ir contra mí, la injurien y difamen, cuando ha tenido un matrimonio muy desgraciado y varias sentencias a su favor…Me gustará que alguien investigara quién está detrás de todo esto«.
Hombre, así no habla un periodista. Delante y detrás, hay periodismo, esa búsqueda de la verdad y ese contrapoder contra el abuso de poder y la mentira. En nuestro caso, nadie va a hacer daño a Cruz sino a contar la verdad, aunque a veces es la verdad lo que más ofende. No está en mi ánimo ni en el de mi equipo hacer daño a nadie, y menos a Cruz, y menos difamar o injuriar. Nada más lejos de nuestra mentalidad, que nos lleva siempre a contrastar exquisitamente la información y a documentarla.
Se trata de una historia relevante, de personajes públicos y, en el caso de Cruz Sánchez de Lara, de una abogada polémica que ha sido denunciada en varias ocasiones por la tendencia de sus clientas a convertir los litigios por custodia en denuncias falsas de violencia de género y que si bien judicialmente han sido sobreseídos, el lector tiene el derecho y el suficiente criterio para estar informado y hacerse su propio juicio. En cuanto Cruz Sánchez de Lara ha vivido en buena medida del presupuesto público, pues la Federación de Mujeres Progresistas vive de las subvenciones, la transparencia es exigible. Rambla Libre se puso a su disposición llamando a su despacho sin que hayamos tenido respuesta alguna. En mi libro se indica que estoy esperando y abierto a que dé su versión. Dado que «ella se vuelca trabajando por las mujeres maltratadas», como dices tú, la gente tiene derecho a conocer la sentencia contra su primer marido, que dado que tiene ahora una «dependencia 3«, lleva varios años en la cama desarrollando un pie equino, y ha sido operado varias veces a vida o muerte, se diría que él ha sido bastante maltratado o así le parece a él, quien afirma que «Cruz de lo inventó todo».
La verdad es que en de todas las declaraciones públicas de Cruz Sánchez de Lara se descubre muy poca verdad, pero eso ya lo he documentado en «El triunfo de Ágatha Ruiz de la Prada«. Informar, Pedro J, no es hacer daño. Hacer daño es que tus clientas conviertan cualquier cuestión en una orgía de denuncias falsas. Y falsas significa más falsas que un Judas de plástico.
La cuestión es que tú, Pedro, has sido quien has montado un culebrón lleno de falsedades. Ahora dices que «no me agrada la exhibición pública de la vida privada, pero una vez que ha ocurrido, me aguanto y lo respeto«. Tiendes a situarte en la posición del ultrajado cuando no se te ríen las gracias o se comporten tus opiniones. Habéis sido tú y Cruz Sánchez de Lara quienes habéis convertido vuestra vida privada en un espectáculo. Irse a pasar la Nochevieja a Florencia con 8 periodistas de Harper’s Bazaar no es un ejemplo de preservación de la privacidad sino la disposición narcisista a ser calcinado por la publicidad. Cada uno de tus pasos con Cruz sobreabundan en afán de protagonismo irrestricto. Espetar eso de que no te agrada la exhibición pública de la vida privada es una mezcla en dosis superlativas de cinismo e hipocresía. En tu caso, hubiera sido más aconsejable la púdica discreción que la desbordante exhibición.
Has pretendido vender una novela de amor. La verdad que el hombre adinerado que en su senectud abandona a su familia para irse con su amante, más joven, es vieja y manida como el mundo y nunca se ha considerado argumento para una novela de amor, ni gótica ni romántica, ni de folletín barato. Tanto tú como Cruz ya habéis protagonizado varias novelas de amor, así que, en todo caso, sería un serial para teleserie. Ese tipo de historias, en las que siempre se juega con la legítima herencia de los hijos, suelen terminar con el varón arruinado y solo. Ojalá ésta tenga otro final.
Me temo Pedro que lo que estás haciendo es el más glorioso y patético ridículo.