Enrique de Diego.
Hace dos mil años, Jesús de Nazareth, el Hijo de Dios, se dirigió a sus discípulos: «vosotros sois la sal de la tierra«. En el año 2.015, en la Junta General de Accionistas de la sociedad de El Español, Pedro J Ramírez se dirigió a la concurrencia diciéndoles: «vosotros sois la sal de esta tierra«.
¿Qué doctrina predicaba el mesías digital que compartían los congregados? Pedro J dijo también que venían a «hacer una España mejor«. ¿En qué sentido? No se trataba de una propuesta empresarial, sino de un esoterismo sectario sin contenido definible. El hombre que se cree más que nadie, según sentencia de Ágatha Ruiz de la Prada, no es capaz de ofrecer más que la mercancía averiada que ha ido encarnando Cruz Sánchez de Lara: la ideología de género, la multiculturalidad, los dictados de la corección política, incluso, a pesar de su nombre, el separatismo.
Ahí se equivoca Ágatha: a Pedro J, España le importa una higa; salvo como ámbito de negocio y lucro personal. De otra manera no se entendería que el Libro de accionistas haya sido contratado a GVC Gaesco. La empresa es propiedad de Joan Hortalá y de la familia Vallvé, presidida por María Ángeles Vallvé, esposa de Joan Hortalá.
El padre de los Vallvé fue el fundador de Ómnium Cultural. Joan Vallvé Ribera es consejero de GVC Gaesco y vicepresidente de Ómniun Cultural, el número dos detrás de Jordi Cuixart, dirigente, por tanto, de la sedición. Ahora se informa de su cese en sus funciones, cuando los clientes están huyendo despavoridos y pidiendo explicaciones.
Los Vallvé son los principales financiadores de Ómnium Cultural. Joan Hortalá, que ahora preside la Bolsa de Barcelona, fue concejal del Ayuntamiento de Barcelona por Esquerra Republicana de Cataluña, luego diputado autonómico, consejero de Industria y Energía con Jordi Pujol y secretario general de Esquerra Republicana.
El problema para este Pedro J crepuscular es que El Español no funciona:
Las acciones en el Mercado Secundario muestran una desvalorización galopante. Las ofertas de compra de acciones no cubren el nominal, de 100 euros, sino que se mueven entre los 5 y los 20 euros. Este personaje que se cree más que nadie no es capaz de comprender que su tiempo ha pasado o que el hecho de que se enamore o no no es noticia, que hay ciertos niveles de decoro estético incluso para un egocéntrico vanidoso y que aún es preciso aclarar los motivos que le llevaron a montar una mentira colosal en torno a la tragedia de la masacre de Atocha, en la que demostró que España le importaba una higa.