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Las maravillas del fin del mundo (5): Los robots pueden acabar con las mujeres

Redacción




Enrique de Diego.

He aquí que los robots amenazan de manera más directa a las mujeres. Fast Future, compañía británica especializada en prospectiva de futuro, ha recopilado sus previsiones para el inmediato futuro en Bey ond Genuine Stupidity: Ensuring AI Serves Humanity (Más allá de la estupidez genuina: garantizar que la inteligencia artificial sirva a la humanidad), en el que establece que están especialmente amenazadas las mujeres.

Según La Vanguardia, «tras años de feminización de todos los sectores de actividad y de avance en la lucha contra los desequilibrios de género, los futuristas alertan que la creciente automatización e implementación de sistemas de inteligencia artificial en las empresas, con estructuras de pensamiento y gestión centradas en los números y orientadas al control, pueden “remasculinizar” los negocios, dejando fuera de los desarrollos y de la cultura de las organizaciones los rasgos considerados “femeninos” y que contribuyen a diferenciarse en el mercado. Preocupa que los algoritmos perpetúen estereotipos de género, que prolonguen los desequilibrios en la selección del talento por razón de sexo y que la gestión basada en automatismos y en la búsqueda de la eficiencia devalúe factores como la suerte y los hallazgos inesperados, la empatía, las relaciones, la cultura o la compasión. El desafío, dicen los análisis prospectivos de Fast Future, es proteger “lo femenino” en los negocios a medida que se otorgue mayor protagonismo a las máquinas».

Ya no habrá ni amor ni sacrificio, como en la visionaria novela «Un mundo feliz de Aldous Huxley», publicada a comienzos del siglo pasado. Todo estará mecanizado y será virtual: «Las aplicaciones y portales de citas y encuentros virtuales darán paso, en cinco años, a sistemas de inteligencia artificial que determinarán y crearán la pareja perfecta de cada usuario. Si se cumplen los pronósticos recogidos por los expertos de Fast Future, habrá servicios de emparejamiento en los que las personas podrán elegir y quedar con robots físicos o con avatares virtuales dotados de la personalidad que consideren más idónea y los gustos y aficiones más acordes a sus intereses. Puestos a fabular, los futuristas pronostican que algunas personas podrán optar por tener hijos con esa pareja-robot ideal a través de donantes o padres o madres biológicos sustitutos. También auguran que surgirán grupos de mujeres que se rebelarán contra este tipo de servicios que cosifican y deshumanizan a la mujer y que propugnan el rescate de un modelo de pareja complaciente y eficiente en el hogar, una vuelta al papel de las amas de casa adineradas de los años 50 del pasado siglo».

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«Taxis voladores, niños con un papá o mamá robot, negocios basados en productos, monedas y ganancias virtuales, suplementos farmacológicos para convertirse en empleados extrainteligentes o superproductivos, coches conducidos por telepatía, edificios y órganos humanos impresos en 3D, espacios de meditación y yoga en las oficinas, comerciantes de pensamientos, mujeres discriminadas por máquinas o partidos políticos de defensa de los humanos son algunos de los vaticinios que figuran en los informes que los principales laboratorios de ideas han publicado coincidiendo con el arranque del 2018″.

«En los próximos cinco años proliferarán las personas que recurran a la química, la genética o los dispositivos electrónicos para mejorar sus cerebros y sus cuerpos. En unos casos serán los propios interesados quienes opten por usar fármacos o suplementos para mejorar su capacidad cognitiva. O quienes recurran a la genética para modificar desde el color de los ojos, el grosor de los cabellos o la pigmentación de la piel hasta el riesgo de padecer ciertas enfermedad ellos o sus descendientes. Sin faltar quienes apuesten por incorporar a su cuerpo partes impresas en 3D, materiales inteligentes, exoesqueletos o endoesqueletos para ser más fuertes, más rápidos o menos susceptibles al dolor. Es probable, dicen los futuristas, que los humanos busquen mejorarse para competir con los robots y con los sistemas de inteligencia artificial que van a ir desplazándolos en los trabajos, pero también que algunas compañías ofrezcan y financien esos aumentos o mejoras a sus empleados para ganar en eficiencia y productividad».

«La incorporación de la inteligencia artificial está revolucionando los modelos productivos y comerciales y obliga a reinventar no sólo la forma de trabajar sino también la de motivar y retribuir a los empleados. Los análisis prospectivos apuntan que a medida que la automatización reduzca los puestos o las horas de trabajo las empresas habrán de ayudar a los trabajadores a obtener ingresos adicionales. Una posibilidad sería ayudarles a crear y monetizar sus redes sociales. También pueden optar por retribuir adicionalmente “la cesión de la propiedad de su mente” si acceden a cargar sus pensamientos en la nube de inteligencia artificial de la compañía. O podrían animarles a comercializar datos personales o de salud a cambio de una pensión, u ofrecerles pagas extras por ser embajadores de la marca durante sus actividades personales. Tampoco se descarta que algunas compañías propongan a los trabajadores “mejoras” o “aumentos” físicos o cognitivos para lograr un empleo o mejorar su rendimiento y rentabilidad».

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La mecanización del ser humano es antropológicamente indeseable y nocivo. El hombre es más eficiente cuanto más moral es, cuanto más responde a la ecología humana; el hombre se supera mediante la entrega a los demás. Todos estos sueños de la razón producen monstruos. El hombre se ha puesto a jugar a Frankestein en gran escala. Lo que pretenden que se avecine oscila entre una sociedad de esclavos y una pesadilla. No avanzamos hacia el posthumanismo sino hacia la destrucción de la humanidad.