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La monarquía cada vez más inútil

Redacción




Felipe de Borbón y Letizia Ortiz. /Foto: gettyimage.es.

Enrique de Diego.

El mal de los males, el resumen de todos los males de España es la monarquía, y específicamente la instaurada borbónica. Es cierto que bajo ella ha habido un largo periodo de estabilidad, pero también de autodestrucción y de deterioro paulatino. La monarquía es cada vez más inútil; el régimen del 78 está muerto y la monarquía hiede. Ni tan siquiera ha sido capaz de arbitrar en el conflicto catalán, donde algo menos de la mitad de la población se manifiesta ariscamente republicana.

Carente de legitimidad, salvo la referencia a una transición mitificada, la monarquía se establece como la cesión permanente. La identificación de España con la monarquía resulta lesiva y no hace más que deteriorar a la nación, que va saltando por sus diversas costuras, en una dialéctica diversidad-unidad que no es capaz de sustraerse al buenismo y a la agenda de la corrección política.

La regeneración de España es frenada por una institución anquilosada y carente de sentido. Las referencias en el discurso navideño a la corrupción resultan un sarcasmo hiriente, pues la corrupción a gran escala fue iniciada y propiciada precisamente por la monarquía borbónico y específicamente por el emérito.

La debilidad de la fórmula monárquica hace que responda de manera desabrida a cualquier crítica o a las líneas éticas con las que se ve amenazada, como se percibe en el caso de Miguel Bernad, para el que se piden 25 años en una mera revancha, sin ninguna prueba o indicio-

Que el régimen del 78 esté muerto y la monarquía hieda no significa que se vaya a desmoronar de la noche a la mañana, pues son muchos y excesivos los intereses creados. Es obvio que un referéndum monarquía-república sería ganado, en el momento presente, por la segunda opción. Lo que se precisa es una república presidencialista, que permita también salir del atolladero del parlamentarismo, en la que el presidente de la República, votado por toda la nación, sea capaz de poner orden y sustraerse por elevación a cualquier chantaje.