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1809: Gerona, reducto del mejor patriotismo español

Redacción




Heroica defensa de Gerona. /Foto: momentosespaoles-iub.es

Enrique de Diego.

El 6 de mayo de 1809, Gerona empezó a sufrir el asedio del enemigo invasor de España que destacó 18.000 hombres de la Grandé Armée napoleónica comandados por el mariscal Saint Cyr. Los franceses emplazaron 40 baterías que machacaron la ciudad durante siete largos meses de heroísmo y sufrimiento con 60.000 balas de cañón.

No era la primera vez que los soldados de Napoleón trataban de doblegar el fervor y la fortaleza patriótica de los habitantes de Gerona. En el año 1808 se habían sucedido dos asedios. En 1809, los patriotas españoles estaban siendo batidos por todo el territorio nacional. La derrota de los españoles parecía segura. Era luchar contra el destino y contra toda esperanza.

Al frente de la ciudad, se encontraba Mariano Álvarez de Castro, jefe del ejército de Cataluña y gobernador de Gerona. Álvarez de Castro se había visto obligado a entregar por órdenes de la superioridad traidora el castillo barcelonés de Montjuic y de inmediato había huido para unirse a los patriotas. Así recaló este granadino de origen en Gerona.

No sólo las balas inmisericordes del cañón hacen mella, también el hambre y la falta de pertrechos y balas, así que el Regimiento de Saboya ha de multiplicarse para hacerles llegar a los asediados lo que pueden, con gran inventiva y arrojo. Hasta que la mortandad es tan grande entre los defensores, que el heroico Regimiento de Saboya decide unir su suerte a la de ellos y se abre paso a la bayoneta hacia las defensas de la ciudad.

Es fundamental en las líneas de la ciudad el fuerte también llamado de Montjuic, que los franceses toman al asalto en agosto, encontrándose a las dos terceras partes de los defensores muertos. Desde allí pueden batir a los españoles. Proseguir la defensa parece inútil, pero ya al inicio del asedio Álvarez de Castro emitió un breve bando: «será pasado por las armas el que profiera la voz de capitular o de rendirse«. Esa no es opción. Se levantan barricadas, se excavan trincheras por toda la ciudad, en una lucha heroica que Benito Pérez Galdós inmortalizará en el séptimo de sus Episodios nacionales.

Álvarez de Castro ha consumido todas sus energías. Está exhausto, postrado. El 10 de diciembre de 1809 delega el mando en el brigadier Julián Bolívar. Dos días después, se produce la capitulación. Las bajas de la gesta son cuantiosas: 10.000 entre soldados y civiles, que también han sido soldados de España. Las de los franceses son aún superiores, se estiman en 15.000.

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Los vencedores serán inmisericordes con Álvarez de Castro, que les ha ofrecido tan tenaz resistencia. Primero lo llevaran preso a Perpiñán y luego al castillo de Figueras, en medio de vejaciones, malos tratos, falta de cuidados y alimentación. El 22 de enero de 1810 muere el héroe de España extenuado.

No fue un sacrificio estéril. La defensa de Gerona elevó la moral de los patriotas, reforzó su valor y la decisión de resistir al invasor.