Virginia Montes.
Ya basta, ya no sirven las carretadas de buenismo con motivo de la guerra civil en Siria, provocada por la Administración Obama y Arabia Saudí. Ya no hay argumentos para hablar de «refugiados» respecto a lo que es una invasión mediante excedentes de población de las fracasadas sociedades musulmanas.
En la medida en que la Rusia de Vladimir Putin y las fuerzas del gobierno legítimo de Bashar Al Assad han hecho el trabajo y han ganado la guerra cientos de miles de sirios han regresado a sus casas entre enero y julio de 2017.
La Organización internacional de las migraciones (OIM) ha indicado que más de 600.000 sirios, que habían abandonado sus casas por causa de la guerra, han podido regresar. Según la agencia de la ONU, el 84% de los 602.759 sirios regresados eran desplazados internos que no habían abandonado Siria. El otro 16% son refugiados en países vecinos, tales como Turquía, Líbano, Jordania o Irak y han vuelto a Siria.
Según el 25% de los sirios retornados su motivación es que la situación económica ha mejorado, mientras que el 27% han regresado para proteger sus bienes. Otros hablan de un problema de integración en los países de refugio y han preferido retornar a Siria.
Según informaciones recogidas sobre el terreno, casi todos (97%) han retornado a su propia casa, mientras el 1,8 viven con familias de acogida, el 1,4 en casas abandonadas y el 0,14 en refugios de fortuna. Según la OIM, cerca de seis millones de sirios estarían aún desplazados en el interior del país, mientras que cinco millones estarían refugiados en el exterior.
Es el momento en que los sirios llegados a España deben volver a Siria y cerrarse las fronteras al tráfico invasivo de personas.