AYÚDANOS A COMBATIR LA CENSURA: Clicka aquí para seguirnos en X (antes Twitter)

FIRMA AHORA: El manifiesto contra el genocidio de los niños


No fue un accidente, fue un atentado

Redacción




Avenida Alexandre Rosselló, ni una curva. /Foto: ramblalibre.com.

Luis Bru

El Gobierno español ha superado todos los niveles de la mentira. Hasta ahora el terrorismo musulmán se había escondido tras referencias a trastornos mentales, se había dudado a pesar de gritos claramente reivindicativos o había llegado a producirse que “un camión” arremetiera contra las personas que visitaban un mercadillo navideño en Berlín.

Ahora arremeter contra las personas que esperan el autobús y empotrarse contra la oficina central de La Caixa en Palma de Mallorca es un accidente. No nos creemos la versión ofrecida por los medios de comunicación públicos, la Avenida Alexandre Rosselló es amplia, con perfecta visibilidad, como lo era el sábado 15 de junio a las 10 de la mañana.

Oficina de La Caixa donde se empotró el coche. /Foto: ramblalibre.com.

Nos parece muy difícil justificar, y a los vecinos de la zona, que alguien pueda perder el control del coche en una curva de clara amplitud y perfecta visibilidad. Y aunque se pueda perder el control un momento, se rectifica, no se arrolla a cuantos se puede para terminar empotrándose en un edificio.

Es un sarcasmo añadido que se haya informado de que el marroquí musulmán dio negativo en el control de alcoholemia.

Es inteligible que al Gobierno y casi todo el mundo no le interese que sea un atentado para no generar psicosis que dañe a la industria turística, tan fundamental para Palma de Mallorca y para el conjunto de España. Pero no estamos dispuestos a comulgar con ruedas de molino y los documentos gráficos nos parecen suficientemente clarificadores: solo de manera intencionada, para causar daño, para generar terror, se puede un coche subir a la acera y llevarse por delante a cinco personas, cuatro jubilados gallegos, heridos de consideración, y un joven mallorquín grave con una pierna rota y afectada la arteria femoral.

Ese marroquí musulmán se subió a la acera, igual que miembros de su misma doctrina sanguinaria en Amberes, Estocolmo, Londres, Berlín o Niza.