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Ante el fracaso del islamismo (11): Una secta criminal a prohibir

Redacción




Fanatismo musulmán. /Foto: aciprensa.com.

Enrique de Diego

Les asiste toda la razón a quienes, como Geert Wilders, propugnan que el islamismo, lo que llaman religión musulmana, debe ser prohibida. En efecto, la libertad religiosa no puede amparar ideas como que se debe matar a quien no pertenezca a una religión o secta concreta, por muy extendida que esté, y tampoco puede permitirse ningún grupo humano que establezca el asesinato para todo aquel que lo abandone. Pues esas dos ideas son centrales en el islamismo que no merece la consideración de religión y a la Santo Tomás de Aquino tildaba de “secta satánica”.

Según la edición de El Corán, traducción y comentario de Abel Ghani Melara Navio, publicada por el Ministerio de Asuntos Islámicos, Awqaaf, Propagación y Orientación de Arabia Saudi, de la Sura 9 Al-Tawba (La Retractación), la aleya 5 es la única válida (por la ley del abrogante y el abrogado) para las relaciones con los no musulmanes: “Y cuando hayan pasado los meses inviolables, matad a los asociadores donde quiera que los halléis. Capturadlos, sitiadlos y tendedles todo tipo de emboscadas; pero si se retractas, establecen el salat y entregan el zakat, dejad que sigan su camino. Verdaderamente Allah es Perdonador y Compasivo”.

Niño cristiano copto, asesinado por musulmanes.

Y dice el comentario: “Esta es la aleya conocida con el nombre de autusaif (aleya de la espada) que abroga todas las disposiciones anteriores concernientes a las relaciones con los no musulmanes». Con el término “asociadores” se refiere El Corán específicamente a los cristianos.

¿Se permitiría cualquier ideología o pretendida religión o secta que dijera algo así? ¿Se admitiría cualquier libro que de manera tan clara propugna un designio genocida? El resumen de esa aleya se resume en el lema “conviértete o muere”. ¿No es de obligación mínima la ilegalización de ese dilema criminal? Quitemos, por un momento, que se trata del islamismo o de la pretendida religión musulmana. Ninguna legislación puede admitir una tal apología del asesinato, con un explícito mandato.

En uno de los hadices –dichos de Mahoma, que alguien dijo, siglos después, que oyó de alguien- de los denominados Nawawiyah, se expresa, en un relato de Ibn Masud, que Mahoma sitúa como uno de los tres casos en los que es permitido “derramar la sangre de un musulmán”, matar, el del “que deja su religión y rechaza la comunidad”. ¿Se permitiría a cualquier secta que estableciera la muerte para quien la abandonara? Pues esa es la propuesta musulmana.

La libertad religiosa no puede amparar proponer matar al no creyente y al apóstata; la libertad religiosa exige prohibir a quien propugna ambas ideas criminales.