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Ante el fracaso del islamismo (9): Trastornos mentales

Redacción




Masacre en el mercado navideño de Berlín.

Enrique de Diego

Tras cada atentado, tras cada masacre de ese imaginario estúpido del “lobo solitario” o las “células durmientes”, hay una palabra prohibida en los medios: musulmán. Incluso se han inventado yihadista, cuando la guerra santa es un mandato coránico y no una invención integrista. Y con el evidente tono de una consigna de lo políticamente estúpido y suicida las autoridades policiales y políticas han tratado de desviar la atención hacia los “trastornos mentales”.

Esa consigna, de la factoría George Soros, ya tiene recorrido. En la primera semana de junio de 2010, fue asesinado el presidente de la Conferencia Episcopal de Turquía, el obispo Luigi Padovese. De inmediato se dijo que había sido su chófer, quien sufría de desequilibrios ideológicos. El Vaticano salió diciendo que no había motivaciones religiosas, contra todas las evidencias. Lo que gritó el asesino fue: “He matado al gran satanás. ¡Allah ut Akbar!”, que suena fanático y de motivación religiosa obvia. Según la autopsia, el obispo Padovese recibió ocho cuchilladas en la zona del corazón y otras varias por todo el cuerpo. También fue degollado. Por lo que sufrió un crimen ritual musulmán en el que la víctima es situado como animal.

Murat Altun, el asesino, se dijo que había actuado movido por la locura. Sin embargo, el abogado de la Iglesia en Turquía sostuvo que no existía ningún informe sanitario que demostrara la enfermedad del asesino, destacando que éste “no pudo deprimirse en un día”.

Y, sin embargo, ese cajón de sastre de los “trastornos mentales”, puede tener una base real. Según Wafa Sultán, psiquiatra de origen sirio afincada en Estados Unidos, exmusulmana, “el islam no produce personas mentalmente sanas”.

“Cuando examiné El Corán, los hadices y los libros islámicos bajo el microscopio, llegué a la conclusión de que es imposible para cualquier ser humano leer la biografía de Mahoma y creer en ella, y emerger como una persona psicológica y mentalmente sana. Asmaa Bint Harwan fue asesinada por los seguidores de Mahoma cuando amamantaba a su hijo, descuartizaron su cuerpo miembro a miembro. Cuando regresan donde está Mahoma, él dice: ‘ni dos cabras chocarán sus cuernos por ella’. Las cabras chocan sus cuernos por la cosa más insignificante. Pero para Mahoma el asesinato de una mujer mientras le da el pecho a su hijo era un incidente demasiado trivial para que las cabras chocaran sus cuernos. Me pregunto si éste es un profeta de Dios”.

“Cuando El Corán considera a las mujeres deficientes mentales, yo refuto tal aseveración. Cuando el islam llama a asesinar a quienquiera no crea en él, yo refuto eso. Las víctimas de la educación del islam ven toda crítica como un ataque. El lenguaje del islam es negativo; es un lenguaje muerto, lleno de violencia y racismo, de furia, de odio: El hombre es producto del lenguaje. Es su resultado, tanto del positivo como del negativo al que toda su vida está expuesto. Si su vida está dominada por un lenguaje negativo se formará como una persona negativa, imprudente e improductiva que rechaza todo. El lenguaje negativo del islam ha fracasado, pues ha producido personas negativas e improductivas. Si repasamos las sociedades islámicas vemos lo que el hombre negativo hizo”.

“Yo no veo al islam como una religión, de acuerdo a una noción de religión: Es una doctrina política que se impone por la fuerza. Cualquier doctrina que sea, que llame a asesinar a aquellos que no creen en ella, no es una religión. Cuando leo, por ejemplo, el verso: ‘El adúltero y la adúltera serán azotados con cien latigazos, y no te dejes que la compasión por ellos te sensibilice”, no encuentro ninguna espiritualidad. Cuando una fe determinada despoja a sus creyentes del último vestigio de compasión, les despoja de su espiritualidad también”.

“Si lees en El Corán la vida de Mahoma solo encuentras sus batallas y sus mujeres. El problema de los musulmanes es que no distinguen entre su profeta y sus narices. Cuando tú criticas a Mahoma, sus acciones y su vida, es como si les hubieras cortado sus narices”.