Virginia Montes
Donald Trump y su embajadora ante la ONU, Nikki Haley han reaccionado con histeria moral y notorio belicismo contra el gobierno legítimo de Siria y su aliado Rusia, tras la muerte, se habla de 72 personas, en Jal Shijún, población controlado por el Ejército Libre Sirio, bajo los aparentes efectos –asfixia, vómitos, espumarajos- de gas sharin.
Existen dos versiones sobre los hechos. Los terroristas afirman que fueron bombardeados por aviones sirios con bombas que contenían gas sharín. Esta versión es apoyada tanto por Francia como por Inglaterra. Frente a esta, la de sirios y rusos establece que el bombardeo de sus aviones destruyó un polvorín donde había armas químicas.
La Administración Trump, en lo que parece un giro copernicano a sus posturas en campaña electoral, ha asumido sin investigación previa para determinar los culpables, la posición de los opositores, con una retórica altamente belicista.
La embajadora Nikkei Haley aseveró que “cuando Naciones Unidas fallan, estamos obligados a actuar nosotros mismos”, en una especie de apuesta por la unilateralidad. Donald Trump se ha movido en términos altamente emotivos y escasamente racionales, culpan al régimen sirio de haber cruzado “muchas, muchas líneas, más allá de una línea roja”. Trump, que se definió “muy impactado”, afirmó que «no serán toleradas las acciones del régimen de Assad» y que tras las imágenes «ha cambiado mi actitud hacia Siria y hacia Assad» de modo que “he heredado este follón pero voy a resolverlo”.
El texto de condena presentado ante el Consejo de Seguridad fue vetado por Rusia. Para la portavoz de la Cancillería rusa, María Zajárova, “el texto es categóricamente inaceptable. Su defecto está en que adelanta los resultados de la investigación y sobre la marcha designa culpables”.
El secretario general de la ONU, Antonio Gutierres se ha mostrado más sensato que los norteamericanos pidiendo una “clara investigación” para “eliminar todas las dudas”.
El cese de Steve Bannon como miembro del Consejo de Seguridad Nacional y este posicionamiento precipitado sugiere que Donald Trump está variando sus posiciones, quizás influenciado por el acoso interno en torno a la relación de personas de su equipo con la embajada rusa en Estados Unidos.