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Ante su fracaso, Pedro J quiere comprar El Confidencial

Redacción




Pedro J, un perdedor. /Foto: jotdown.es.
Pedro J, un perdedor. /Foto: jotdown.es.

Luis Bru

El digital de Pedro J tuvo una caída espectacular en febrero: perdió 798.000 usuarios únicos. Puestas así las cosas, Eulogio López, que no da puntada sin hilo, adelanta en Hispanidad.com el interés de Ramírez por comprar El Confidencial:

El abogado Javier Cremades, hasta hace un mes secretario del Consejo del periódico digital El Español, ya no estuvo en la sesión del miércoles. Pedro J. Ramírez había forzado su cese por una razón: Cremades llevaba la demanda de Juan Luis Cebrián contra El Confidencial por las cuentas de Panamá.

La reacción dura de Ramírez contra Cremades se enmarca dentro de la idea de Pedro Jota de comprar El Confidencial.

Lógico, El Confidencial es un producto de éxito, mientras que Ramírez no ha conseguido, ni de lejos, el poder y la influencia que él pretendía al crear El Español. Ahora bien, el Español tiene dinero y le es más sencillo comprar El Confidencial que fusionarse con él. Y resulta que los accionistas de El Confidencial sí están dispuestos a vender.

La relación con José Antonio Sánchez (Totoyo) y Pedro J. Ramírez ha pasado por altibajos. Por ejemplo, cuando Ramírez salió de El Mundo quiso comprar una participación en El Confidencial pero Totoyo se negó. Ahora, las relaciones son mejores.

En resumen, El Confidencial posee influencia y sus accionistas quieren monetizar esa influencia. Vulgo: dar un pelotazo de no te menees.

Por el contrario, Ramírez tiene dinero y anhela la influencia perdida. Esa influencia que nadie como Pedro J. Ramírez sabe convertir en poder… entendido el poder como la capacidad de infligir daño al prójimo y, con ello, ser temido por el prójimo.

Ideológicamente, El Español y El Confidencial son igualmente neutros y plurales. En los únicos valores que creen es en los valores bursátiles. O sea, ni chichá ni limoná. Ni el uno ni el otro pasan de la necesidad de regeneración ciudadana. Algo así como la Ilustración que nadie sabe en qué consiste pero que pocos se atreverían a cuestionar. Sería puro oscurantismo.

Así, de paso, Ramírez podría elevar su apuesta contra los poderes económicos y contra los que le descabalgaron de El Mundo.

Y don Pedro debe darse prisa en la venganza porque algunos de sus ofensores ya han muerto y otros han abdicado.