Editorial
La ceremonia de los Óscar terminó en un auténtico caos con un fallo garrafal al comunicar la película ganadora. No es extraño, cuando la ceremonia en sí fue un aquelarre contra Trump.
Los titiriteros, por su inestabilidad emocional, a lo largo de los siglos han sido tenidos por personas cuya opinión no debía ser tenida en cuenta en demasiado y se establecían prudentes normas para el tiempo en que estuvieran en las ciudades, han tomado un predicamento que utilizan con una finalidad destructiva.
Como si fueran una secta, casi todos militan en el globalismo, la eliminación de fronteras, la desaparición de las Patrias y todas las memeces de la agenda Soros. Esto ya es una lucha por la supervivencia y una de las armas es el dinero. Ni un euro para los titiriteros. Boicot total al cine actual, con excepciones como Mel Gibson o Clint Eastwood.
No entienden otro lenguaje que el dinero y la taquilla y sus contratos y sus derechos de imagen, de los que son tan celosos. En sus mansiones y sus urbanizaciones de lujo no padecen los inconvenientes de las estúpidas proclamas que hacen de sus ideas destructivas que venden como humanitarias.
Dejar de ir al cine es cuestión de profilaxis. Hay suficiente buen cine para verlo en casa, más barato.