Virginia Montes
Cada noche, se reproduce en el distrito de Bobigny las escenas vandálicas de quema de coches y contenedores. En una banlieue en la que el 60% son negros y argelinos, acogidos por la suicida generosidad francesa y muchos de ellos con ayudas sociales, los bárbaros que se apoderan de la noche imponiendo su ley, con una policía sin respaldo de su Gobierno, aúllan: “Alá es grande”.
El multiculturalismo, vendido como un mundo feliz, financiado por George Soros y promocionado por Bruselas, muestra su verdadera faz: la guerra étnica y religiosa. En París el integrismo islámico se manifiesta como en Mosul o Raqqa. Cada noche arde París. Mucha gente en Francia está resentida con el laxismo del Gobierno y los políticos. Ha habido más de sesenta detenciones, pero los franceses creen que serán puestos en libertad con penas muy leves.
Los políticos temen que el efecto contagio se extienda por los suburbios de las ciudades francesas -esos banlieue en los que la Policía procura no entrar- y hacen declaraciones contemporizadoras para «no envenenar» la situación. Sólo el Frente Nacional, con Marine Le Pen al frente, ha abogado por la mano dura y las sentencias ejemplarizantes y ha respaldado a la Policía.