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El rey de Bárbara Rey (1): Chorizo, lascivo y felón

Redacción




La familia irreal. /Foto: RTVE.es.
La familia irreal. /Foto: RTVE.es.

Enrique de Diego

En medio de una aparente guerra entre clanes policiales y espías, resurge oportuno el episodio de la relación sexual entre el degenerado Juan Carlos de Borbón y la vedette Bárbara Rey, con el chantaje con carretes de fotos y vídeos de cama y secretos de Estado, con la confirmación anónima de un espía del CNI de la entrega en Luxemburgo de una importante cantidad de los fondos reservados –previstos para combatir el delito no para tapar la lascivia del gilipollas del Borbón– en un banco de Luxemburgo. Vamos, que el Borbón ha sido un delincuente aunque haya prescrito.

Bárbara Rey. /Foto: filmotech.com.
Bárbara Rey. /Foto: filmotech.com.

El morboso episodio no era secreto porque lo cuento en mi libro “La monarquía inútil”, que publiqué por patriotismo y responsabilidad -en tiempos de silencio cómplice y adoración servil al superficial- porque gran parte de los males de nuestra Patria se deben a esta nefasta dinastía borbónica, que es peor que las siete plagas de Egipto.

No deja de escandalizarme que todas las lenguas de mierda que han estado calladas durante décadas ahora anden sueltas haciendo ejercicios fáciles y extemporáneos de bocachanclas. Merced a ese silencio lacayo al depravado y lascivo campechano las madres de España han creído durante cuatro décadas que el matrimonio de Juan Carlos y Sofía era ejemplar (lo repetía con su voz afeminada el desprestigiado Luis María Anson), cuando estaba roto desde 1975 que fue cuando Sofía encontró al picha brava en una finca estatal de los Montes de Toledo in fraganti delito con Sara Montiel; y la familia real –posados de Navidad por medio, más falsos que un Judas de plástico- una balsa de aceite, un paraíso de armonía; para mantener esa ficción han llegado a meter en prisión, por el artículo 33, a Miguel Bernad Remón, secretario general del benemérito sindicato Manos Limpias.

Esa misma prensa silente y acanallada –puedo hablar bien alto, ahí está como testigo de cargo mi libro “La monarquía inútil” (págs. 136-141)- transmitía una imagen idílica de los veraneos familiares borbónicos en Miravent –una regata del Bribón, y nunca mejor dicho, por aquí, un posado por allá y todos tan felices y bronceados- cuando toda la patulea mediática tomaba rumbo, mirando para otra parte, a sus hoteles, al tiempo que el Borbón abandonaba el Palacio para irse a encontrar con una dama de la sociedad mallorquina, Marta Gayá, con la que ha tenido una hija.

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Ese canalla de Juan Carlos que ha hundido España, que ya quiso darle la independencia a Vascongadas en la Constitución, que es un chorizo compulsivo, empezó por pegarle un tiro del calibre 22 entre ceja y ceja a su hermano, Alfonso, en Estoril, en un accidente nunca investigado.

Lo de Bárbara Rey –la ofrecí publicar sus experiencias en mi editorial Rambla– excede el culebrón y supera la anécdota para ser, de ahí a Botsuana con la corrupta barragana Corinna, el paradigma del ninguneo de ese chorizo felón de Juan Carlos, que en tiempos menos civilizados y de lealtades más probadas hubiera tenido un merecido final al amanecer ante un pelotón de fusilamiento o ante una guillotina popular.

No ha sido solo Bárbara Rey, que el picha brava de Juan Carlos ha sido un ciervo asqueroso en plena berrea para el que la cercanía a Zarzuela de Prado del Rey ha sido tan conveniente como sórdida: Paloma San Basilio, la infeliz Nadiuska, Ana Igartiburu…Nada de seducción; el ambiente sórdido de un serrallo. Durante tiempo no se ha tenido salida a la ventana de TVE sin pasar por el catre libidinoso del descerebrado de Juan Carlos –ya no es delito decir la verdad sobre este traidor, frívolo e irresponsable-.

Este ladrón compulsivo, que ha robado a manos llenas, que ha cobrado un porcentaje de cada barril de crudo importado de las petromonarquías suníes y wahabistas, al que hubo que reírle la gracia de organizar un golpe de Estado zarzuelero, cuya fortuna se calcula en 2.300 millones de dólares según The New York Times, y a 2.200 millones de dólares según Forbes, ha tenido a su servicio al CNI en una casa de putas, con espías convertidos en patéticos mamporreros, con un chalet en Puerta de Hierro para los desfogues del macarra.

Hete aquí que la seguridad del Estado ha pasado durante cuatro décadas por la entrepierna de Bárbara Rey, que en 1997 denunció en Comisaría el robo de material gráfico sensible que implicaba “a una muy alta autoridad del Estado”. Hete aquí que nuestros espías han tenido –Mortadelo y Filemón y la Tía están a años luz de inteligencia y decencia- que ir recogiendo los testimonios de la doble vida del chorizo putero, al que España le ha importado un pimiento y al que ha habido que rodear de la falsa aureola de estadista con su chapucera e histriónica transición. El Centro Nacional de Inteligencia ha sido lo más parecido a una casa de tolerancia.

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Juan Carlos con su barragana Corinna. /Foto: publico.es.
Juan Carlos con su barragana Corinna. /Foto: publico.es.

Dicen que existen amenazas de tirar de la manta de la última barragana, Corinna, que después de llevarse 30 millones de euros de España, aún se permitió ofender a los españoles diciendo que había hecho trabajos para el Estado. ¿En nombre de quién, con qué título, con qué cargo, con el puta real? El Estado es Juan Carlos de Borbón, que se permitió llevar a su última ramera en viajes de Estado a Arabia Saudí a recoger los maletines de sus corrupciones y su sumisión a los Saud. ¿Qué más hemos de saber tras el lamentable incidente de Botsuana, a donde este canalla viajó pagado por un empresario islamista extranjero? En la visita a Arabia Saudí del 8 de abril de 2006, Corinna zu Sayn-Wittgenstein viajó en el séquito oficial –con cargo al contribuyente- sin que sepamos a título de qué. ¿Es que pertenecía al Cuerpo Diplomático? ¿Y cómo lo permitió el Gobierno? Con el invento del Fondo de Infraestructuras Hispano-Saudí hizo perder 21 millones a empresarios españoles, que no han dicho esta boca es mía. Pretendió vender 250 tanques Leopard a los saudíes, operación que no se llevó a efecto. ¿En qué ha convertido a España el campechano? ¡Qué permanente indignidad!

Que no vengan con esas bromas pesadas de que Sofía está destrozada, cuando esta “profesional” –como la definió, despectivo- no cohabita desde hace 42 años y solo ha mantenido una ficción abyecta.

A Corinna el chorizo le regaló una casa, con dinero de todos los españoles y de lo que ha robado a los españoles, en Suiza, de 4 millones de euros. Este mal rey, mal marido y mal padre, no fue capaz de hacer lo propio con su hija Cristina, induciendo a su yerno, Iñaki Urdangarín a la corrupción. Bien le podía haber regalado una casa a Cristina y no a Corinna.

Pero si Sofía ha consentido, más lo han hecho los españoles aborregados y pastueños. Ahora pueden percibir la mentira que es esta monarquía felona y estos periodistas lacayos, ahora tan deslenguados como antes mudos.

La dinastía borbónica es un cáncer que hay que extirpar.

http://ramblalibre.com/2016/07/07/el-dia-d-de-la-corrupcion-a-gran-escala-de-juan-carlos-de-borbon/

Alta traición de la familia Borbón