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El despertar de Francia

Redacción




Marion Le Pen. /Foto: theapricity.com.
Marion Le Pen. /Foto: theapricity.com.

Virginia Montes

No son estos tiempos para el pesimismo, cuando el despertar avanza con decisión. Hay un antes y un después del Brexit, habrá un antes y un después de la toma de posesión de Donald Trump el 20 de enero, y en Europa habrá un antes y un después de las elecciones presidenciales en Francia.

Pocos han encarnado la decadencia y la debilidad de la corrección política como François Hollande, una pieza clave en la demolición de Europa perpetrada por la incompetente e indigna Ángela Merkel. Sin Francia en primer tiempo de saludo, el proyecto de la Unión Europea se viene abajo o necesitará de profundas reformas.

La victoria del bien ya es segura, porque tanto Marine Le Pen –la mejor, como François Fillon como Manuel Valls están a años luz de Hollande y lo que ha representado como enterrador de una Francia fragmentada y humillada. El despertar de Francia ya se ha producido y cuando era ya casi impensable, cuando Francia ha permitido que una parte de su territorio nacional ya no sea Francia, y sea preciso reconquistarlo, donde no pueden aventurarse las fuerzas de seguridad y donde los franceses son insultados si osan entrar.

Hubo una primera generación musulmana que llegó a trabajar en el campo, en las pequeñas industrias. Las ayudas a la natalidad han sido un fiasco porque han promovido la natalidad musulmana, dependiente desde ese momento de las ayudas estatales. Y la tercera, es peor. Estamos ante una guerra de conquista que sí ha sido declarada, pero cuya declaración no ha sido admitida. La masacre de París o la de Niza no son terrorismo, no son hechos aislados, sino acciones bélicas que no son contestadas, que se basan en una ideología islámica, que tiene unos centros de difusión, las mezquitas, que opera en torno a grupos salafistas que incitan al odio y al exterminio, y todo eso es alimentado con dinero del contribuyente. Y bajo el chantaje de que si no se les alimenta, será aún peor. Francia ha de recuperar todo su territorio y deportar a quien no respete las normas básicas de la República y cerrar mezquitas.

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Pero Francia, contra todo pronóstico, está reaccionando. Resuena con fuerza el llamamiento patriótico de Marion Marechal Le Pen, diputada francesa, cuando llamó a los franceses a despertar ante la amenaza islamista: “Matan a nuestros hijos, asesinan a nuestros policías y degüellan nuestros sacerdotes. ¡Despertad!”. Y cuando tomó la decisión de enrolarse en la reserva de las Fuerzas Armadas y llamó a los patriotas a seguir su ejemplo.

La Unión Europea fue en inicio y sigue siendo básicamente la alianza entre Alemania y Francia, realidad que ha ido siendo superada por la supranacionalidad de Bruselas, aliada de los integristas islámicos, destructora de las patrias, favorecedora de eliminar las fronteras.

Sin Francia, Bruselas está acabada; sin Francia, también Ángela Merkel es una pesadilla obesa. Y Francia se va a levantar con fuerza en abril. Ya queda poco.