Miguel Sempere
La morralla lacaya es la segunda fila, el acompañamiento, el caldo del lacayismo pepero. Es fundamental que no diga nada ocurrente, ni mucho menos brillante, que no aporte nada, pero que dé la razón a la primera fila, que haga como de eco, para refrendar el argumentario del partido.
En esa sencilla tarea, para la que no hay más que calentar silla, intervenir cuando toca, y no salirse del guión, hay que destacar a Esther Esteban (1957), que es como una actriz de reparto, que lleva años sin decir nada, sin aportar nada y adulando mucho; una clave para el éxito seguro en estos tiempos de mediocridad y sectarismo, en los que el periodismo es un vago recuerdo del siglo XIX.
Eso, sin decir nada, haciendo de actriz de reparto, como el eco de Génova y de sus jefes, sabiendo estar en su sitio, Esther Esteban participa en el programa de Ana Rosa de Telecinco, El debate de la 1, La Mañana de la 1, Las Mañanas de RNE, La Noche en 24 horas, Más Madrid en Telemadrid, y No nos moverán en Castilla-La Mancha Televisión. Con todo eso, da para un pasar.
Para alcanzar su meta, Esther Esteban ha tenido que adular mucho y actuar como una trepa consumada. Publicó un libro turiferario titulado significativamente El tercer hombre. PJ la pesadilla de FG. Y a PJ le gustó tanto la imagen que daba de él, que la puso a hacer entrevistas entre amables y serviles en El Mundo. Antes había estado en Ya y luego fue directora adjunta de El primer café de Telemadrid, siendo directora Isabel San Sebastián, una sinecura feminista de derechas concedida por Esperanza Aguirre para que comieran churros.
Otra que cumple su papel de actriz de reparto es Cristina de la Hoz, que también repite lo que ha dicho el anterior, y que se mantiene discreta en la insustancialidad de sus argumentos.
Una buena película –y que me perdone Fernando Alonso Barahona por entrar en su terreno- necesita un buen reparto: la morralla lacaya hace lo que puede en este remake lacayo de las que tienen que servir. Porque para el maestro Luis García Berlanga no dan.