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Y si Francisco Correa canta…

Redacción




Francisco Correa. Foto: zoonews.es.
Francisco Correa. Foto: zoonews.es.

Miguel Sempere

Presta su apellido al caso Gürtel. Francisco Correa es la auténtica prima dona del primero de los diecisiete juicios de “caso Correa-Gürtel”. José Luis Peñas, el delator en un ya lejano 2007, acaba de declarar que Correa era “el 5 o el 6 en poder” dentro del PP, sin ser militante.

Francisco Correa era el jefe de la Logística del PP; un puesto decisivo para el que son precisas altas dotes en aras a la eficacia.

Un partido político es un ejército que hace “campañas” para ganar “batallas electorales”, siendo las urnas el campo de batalla incruento, porque la democracia es el único sistema que permite renovar al Gobierno sin derramamiento de sangre. Ese ejército tiene un comandante en jefe, un estado mayor –los órganos de dirección-, oficiales –diputados y senadores-, fuerzas desplegadas sobre el terreno, en ayuntamientos y autonomías, y simples soldados o militantes. Aunque no sea lo más heroico, y sí lo más oscuro, lo más importante es la Intendencia, de eso se encargaba Francisco Correa. Al adversario se le gana cuando se le cortan los suministros, cuando se le deje sin Intendencia.

La tesis de Pablo Crespo de que hacían un buen trabajo profesional que luego les costaba cobrar, es verdad en todos sus puntos. Francisco Correa, Pablo Crespo, Álvaro Pérez…no son delincuentes, no tienen ese perfil. Son fontaneros de alto nivel; profesional de élite. Y es cierto que consiguieron la excelencia en organización de campañas electorales y en vistosidad de mítines; en som et lumière. Unos genios. No ha vuelto a conseguirse nada parecido.

No son “cuatro que se han aprovechado del partido”, como inventó el argumentario del PP como apafuegos de urgencia. Nunca se aprovecharon, en propiedad del partido, sino que no hicieron otra cosa que beneficiar al Partido Popular. Además de organizar las campañas, sin coste para el partido, ingresaban dinero, mucho dinero en la caja B de Génova.

El sistema, en su sencillez, es perfecto y los españoles merecemos conocer al genio que se le ocurrió: se externaliza la Intendencia del partido y las campañas se pagan desde las Administraciones donde gobernaba el PP, mediante la concesión de contratos inflados y con unos conseguidores que cobran las comisiones por las concesiones inducidas. Es decir, que Correa no sólo hacía las campañas, sino que recaudaba más y aún tenía que hacer trabajos para las administraciones.

No son delincuentes, insisto, ni tienen esa mentalidad. Si han traspasado los límites de la Ley es porque así se lo encargaron y mandaron precisamente aquellos –sus superiores- cuya misión es cumplir y hacer cumplir la Ley, por lo que se les concedió una impunidad total. Recordemos que, ya en el ámbito judicial, los oscuros oficios del ahora embajador en Londres, Federico Trillo, y por los que cobró en negro, consiguieron dar carpetazo a Gúrtel hasta la llegada, por carambola, del honrado Pablo Ruz.

Este juicio tiene algo de literario en los dramas que esconde, porque ya ha llegado la hora de la verdad y aquella impunidad asegurada ha resultado una trampa. ¿No es una tragedia griega que quienes, como Francisco Correa, sirvieron muy bien al Partido Popular, puedan ir a la cárcel mucho tiempo, mientras quienes les utilizaron, sus jefes, ocupan puestos de relevancia, mantienen su prestigio social, su fortuna y su poder? Porque Correa, en términos coloquiales, era una mandao. Su poder, real, era siempre delegado. Nada de lo que hicieron fue, en primera instancia, por propia iniciativa.

Francisco Correa está dando muestras de querer colaborar con la Justicia, y específicamente con la Fiscalía. Ha ofrecido traer 2,2 millones de Suiza para reparar el daño. ¿Para qué le sirve ahora tanto dinero si bajo sus pies se abre el abismo del retorno a prisión, ya sin esperanza?

Y éste es el dato clave: Francisco Correa se encuentra en el zaguán de un mundo en el que ya no tiene nada que perder.

También Luis Bárcenas anda con la mosca detrás de la oreja de si hay arrepentidos dispuestos a tirar de la manta, y en ese sentido su abogado ha preguntado si hay acuerdos de la Fiscalía con los imputados Jacobo Gordon, exsocio de Alejandro Agag, para el que se piden 2 años, Roberto Fernández, exconcejal de Hacienda de Pozuelo de Alarcón, 2 años, Alfonso García Pozuelo, Constructora Hispánica, 4 años.

Porque lo de “Luis, sé fuerte” es una de las mayores tomaduras de pelo de la historia. Supongamos que, en efecto, Mariano Rajoy cobraba sobres en negro, que es tan tacaño que había que comprarle los trajes y las corbatas con la caja B y que Luis Bárcenas, como dice su biógrafa, lo tiene grabado recibiendo uno de esos aguinaldos, ¿no es una tragedia que Luis Bárcenas pueda terminar en la cárcel mientras Mariano Rajoy disfruta de las mieles de Moncloa?

Lo mismo sucede con Francisco Correa. Aquellos para los que organizaban los mítines y a cuyo servicio ponían toda su creatividad y su eficacia seguirán disfrutando de la vida y el poder, mientras Gürtel-Correa se pudre en la cárcel.

Rebobinemos hasta el principio: este caso está mal denominado. Francisco Correa no era el jefe, siempre obedeció órdenes. Aquí hay uno o varios en la escala de mando. Si era el 5 o el 6 en el organigrama de poder, quedan por descifrarse la x del 1, 2, 3 y 4. Desvelar esas x depende de que Francisco Correa cante. O Luis Bárcenas. O los dos a dúo.