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Rafael Casanova, católico y patriota español

Redacción




Rafael Casanova en la defensa de Barcelona. /Foto: laureada.wordpress.com.
Rafael Casanova en la defensa de Barcelona. /Foto: laureada.wordpress.com.

Josep Sansano

El separatismo catalán perpetra hoy, una vez más, un acto que es no sólo una ucronía, sino un acto de completa manipulación histórica: el homenaje a Rafael Casanova como referencia del separatismo, cuando, en propiedad, se trata de un patriota español, partidario del Archiduque Carlos, que luchaba “por la libertad de España”, como se dice en la proclama final de la ciudad de Barcelona, concluida el 11 de septiembre de 1714.

Tampoco, como se pudiera dar a entender, fue un mártir. Rafael Casanova i Comes fue herido en una pierna en los combates finales, fue exonerado de sus cargos políticos y militares, pero volvió a ejercer la abogacía hasta poco antes de su muerte.

No fue una guerra de secesión sino una guerra de sucesión. Uno de los elementos clave fue la consideración de que la dinastía francesa era poco católica al lado de los Habsburgo, de los Austria. Y, como corresponde, en los momentos más críticos Rafael Casanova peleó llevando la bandera de Santa Eulalia.

Rafael Casanova i Comes (Moyá, c.1660 – San Baudilio de Llobregat, 2 de mayo de 1743)[ fue un jurista español, partidario del archiduque Carlos de Austria como Rey de España durante la Guerra de Sucesión Española, Conseller en Cap de la ciudad de Barcelona y máxima autoridad militar y política de Cataluña durante el sitio borbónico de Barcelona.

Herido en la batalla final del 11 de septiembre de 1714, Casanova fue exonerado de sus cargos políticos y militares y volvió a ejercer la abogacía hasta poco antes de su muerte. Mantuvo el contacto con varios de los que habían sido dirigentes de la ciudad durante el sitio, así como con los exiliados en el imperio austríaco, y se le atribuye la autoría de un opúsculo austracista publicado en 1736.

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La conversión de Rafael Casanova en un icono del separatismo es una de las más groseras manipulaciones de la historia que se hayan perpetrado. A la muerte de Carlos II sin herederos, lo que se dirime es el equilibrio de fuerzas europeo, de forma que a favor del archiduque Carlos lucharán austriacos e ingleses, temerosos de que la llegada de los Anjou a España establezca la hegemonía de Francia, que luchará a favor de Felipe V. Hubo catalanes que lucharon a favor de Felipe V y la mayoría fueron austracistas, que defendían los esquemas medievales de fueros y costumbres, frente al centralismo francés que establecería los decretos de Nueva Planta.

Otra época, otras costumbres, y dos formas de entender España, en medio de una guerra europea, y con un alto contenido católico. En los momentos críticos del asedio,  a fin de mantener la moral de la población se incrementaron los ritos religiosos por toda la ciudad. Rogativas pública, rezos del rosario colectivo, novenarios, procesiones y deprecaciones eran dirigidas por el vicario general Rifós. Se recordaba como el consejo de teólogos, formado a tal efecto, había concluido que la guerra era justa y estaba bajo el amparo de Dios, y que gracias a la intercesión de los santos patronos de la Patria, la divina Providencia obraría un milagro final que libraría a la ciudad del sitio. La culminando dichos ritos católicos se produjo en el 2 de agosto de 1714, cuando Rafael Casanova y el resto de sus Consellers, con los otros dos Comunes, realizaron acto público de comulgación, confesión y contrición, manifestando su arrepentimiento por haber confiado en los ingleses y «gentes contrarias a la santa fe i religión católica»

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Hicieron voto de hacer observar la regulación en los trajes de las mujeres, clausurar las casas de juegos, y no permitir desde entonces las comedias en teatros ni los bailes en carnestoltes; formar una junta que se preocuparía por la decencia y extirparía los pecados públicos; hechos los votos, esperaban que la Divina Misericordia obrara un milagro final.

En un momento dado, la Virgen de la Merced es nombrada general comandante; su imagen fue instalada en la silla de tal cargo y se dijo que por inspiración divina transmitiría las órdenes al Conseller en Cap, Coronel, y Gobernador Don Rafael Casanova, quien las comunicaría a los generales y coroneles, que pasaban a estar bajo sus órdenes directas.

En el llamamiento final a la defensa de la ciudad, se indica a los barceloneses –y a austracistas refugiados en Barcelona- que «acudirán a los lugares señalados “a fin de derramar gloriosamente su sangre y vida por su Rey, por su honor, por la Patria y por la libertad de toda España”.