Enrique de Diego
Según fuentes próximas a Ferraz, el PSOE “nunca con Rajoy”, nunca votará a favor o permitirá con su abstención la candidatura de Rajoy. Ni ahora, ni tras las elecciones gallegas y vascas, según fuentes de toda solvencia.
Las mismas fuentes inducen a pensar que el PSOE sólo variaría su actitud si el PP presentara otro candidato, aunque no dan una respuesta directa porque esa hipótesis no está sobre la mesa. De esta manera, Rajoy no tiene prácticamente ninguna posibilidad de volver a ser presidente del Gobierno.
En el bis del debate de investidura, como estaba previsto, Mariano Rajoy ha sido de nuevo derrotado por 180 votos contra 170. Es la plasmación aritmética de que Mariano Rajoy no ganó las elecciones, porque el nuestro es un sistema parlamentario y el más votado, sin mayoría absoluta, no tiene por qué gobernar si no consigue una mayoría parlamentaria.
La mentira de Rajoy ha quedado puesta en evidencia y su mendaz propaganda, tan machacona, desmantelada. Rajoy ha hecho el ridículo y ha perdido la condición de invicto de la que ha pretendido, sin fundamento, rodearse.
Vaya por delante que considero la “gran coalición” la estación de término del nefasto régimen de 1978 –que ha empobrecido a la sociedad y están en trance de destruir la unidad nacional- y no tengo, por ende, ninguna prevención. Y también que me ha sorprendido la capacidad de aguante, la textura de Pedro Sánchez, que ha conseguido mantener en solitario –con la desafección de los ingratos y moscones barones- a un PSOE al borde del sorpasso.
En el debate de investidura, ha sido el único que ha mostrado seriedad y convicción. Sus resultados electorales, por lo demás, no son comparables ni con los de Alfredo Pérez Rubalcaba, ni con los de Zapatero, ni con los de nadie, porque ninguno de sus antecesores ha tenido que afrontar el surgimiento de Podemos, con sólidos fundamentos sociológicos. Insisto en que lo ha hecho en solitario, con su puñado de fieles, mientras Susana Díaz, Emiliano García Paje y Guillermo Fernández Vara se escondían por ver de pasar su cadáver político.
Postura ingrata porque los barones no serían tan barones y tan ariscos si Pedro Sánchez no hubiera mantenido la cohesión interna del PSOE. Les falta, además, a esos incontinentes barones un líder alternativo porque Eduardo Madina es un peso liviano, un viejo prematuro, un político amortizado encima a sueldo conyugal de Telefónica. Y Susana Díaz es flor de invernadero de Andalucía sin recorrido más acá de Despeñaperros. En Andalucía es la virreina; Ferraz sería un quebradero de cabeza.
En la histeria actual del sistema, en el que todos cobran sin que –dicen- haya Gobierno ni oposición, se ha puesto en marcha la especie angustiada de que la investidura de Rajoy se hará tras el 25 S, con las elecciones vascas y gallegas, mediante un Comité Federal que hará entrar en razón a Pedro Sánchez si se dan los siguientes supuestos:
- El PSOE obtiene unos resultados desastrosos, que pasan por ser sorpasados por el instrumental En Marea en Galicia y Podemos en Vascongadas.
- El PNV necesita los votos de PP para sostenerse en Ajuria Enea e intercambia a cambio sus cinco escaños en el Congreso (faltaría uno).
Conclusión: el Comité Federal del PSOE se impondría a Pedro Sánchez y forzaría la abstención.
El análisis no tiene pies ni cabeza y no sólo es fruto de la confusión de los deseos con la realidad sino que es la consecuencia de una histeria colectiva. El PP debería ir licenciando a sus lacayos que no sirven para nada, son una pandilla de mediocres desacreditados.
El PSOE ya ha sido sorpasado por En Marea y por Podemos en las dos elecciones generales. Si Pedro Sánchez se hubiera abstenido, como le pedían los barones, hubiera sido mejor que ni tan siquiera hicieran campaña. Manteniéndose firme y digno, Pedro Sánchez les ha dado una oportunidad a los socialistas de Galicia y Vascongadas. Los resultados de Ciudadanos en Galicia, sobre todo, podrán dar idea de que un pacto en vísperas electorales pasa factura.
En Vascongadas, es más probable que el PNV necesite al PSE que al PP y, en cualquier caso, la intervención del portavoz del PNV fue de un irredentismo que hace dudar que no hayamos pasado los tiempos del pragmatismo y estemos en los del reto secesionista terminal.
Pero, en último término, ¿si el PSOE obtiene un mal resultado en Galicia y Vascongadas, lo hubiera obtenido mejor con la abstención? Y si el resultado es malo pero podría haber sido peor, ¿qué justifica variar la estrategia, no sería entrar en terrenos aún más peligrosos para ser superados por Podemos no sólo en esas regiones?
No estamos ante un bloqueo, sino ante la quiebra del sistema y las dos únicas salidas, coyunturales, temporales, como una especie de prórroga son:
- a) Que Mariano Rajoy se vaya y dé paso a un candidato del PP aceptable para el PSOE.
- Un Gobierno PSOE-Ciudadanos y Podemos, cuyo objetivo sea echar a Rajoy y al PP y limpiar la vida pública española, con depuración de responsabilidades por los corruptos.
Ambas son altamente improbables, por no decir imposibles, porque Rajoy nunca dimitirá, no sabe, ni se le pasa por la cabeza; sólo quiere que le devuelvan la mayoría absoluta perdida.
Y porque Ciudadanos ya ha dicho que fue impulsado y financiado para impedir el acceso de Podemos al poder y porque Pablo Iglesias es demasiado deudo de sus delirios de lo que Lenin llamaba izquierdismo juvenil y Podemos tiene ya bastante de marca instrumental de separatistas vergonzantes.
Lo que no es de recibo es insistir en que la abstención en un debate de investidura es dejar hacer, que las aguas fluyan, mero fair play. No puede haber abstención en la investidura y luego votar no a los Presupuestos. Eso sería de una irresponsabilidad mayor. Quien se abstiene en el debate de investidura se tiene que abstener durante toda la legislatura.
En conclusión: Rajoy ha sido derrotado y puede darse por personaje bastante acabado.