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Regeneración

Redacción




A la entrada de la Convención del partido Regeneración. /Foto: ramblalibre.com.
A la entrada de la Convención del partido Regeneración. /Foto: ramblalibre.com.

Enrique de Diego

Ayer fue un día altamente satisfactorio y confieso que ha cambiado mi percepción de Albert Rivera. No habló de sillones, sino de regeneración democrática, con seis magníficas propuestas. La regeneración se ha vestido de largo y ha ocupado el primer plano de la escena.

Doy por supuesto que esa íntima satisfacción la sentirían ayer también cuantos en 2011 protagonizaron y colaboraron en la iniciativa pionero y rompedora del partido Regeneración, que pusimos en marcha como emanación de la Plataforma de las Clases Medias, y con el que presentamos candidatura al Ayuntamiento de Madrid, encabezada por la profesora Carmen Klecker, con el abogado Rafael Velasco y el informático Francisco Reyes.

Me vinieron a la memoria actos verdaderamente entrañables como la subasta de coches oficiales de juguete que hicimos en la Plaza de Cibeles, para manifestar nuestro hartazgo contra los privilegios de la casta, pues fuimos los primeros que denunciamos la existencia de una casta parasitaria y expoliadora.

Por dignidad, y llenos de idealismo, nos lanzamos a difundir la necesidad imperiosa de esa regeneración democrática que ahora, seis años después, se abre paso. Rechazamos las subvenciones y afrontamos la campaña con un presupuesto de 1.200 euros, que nos dio para hacer unas hojas volanderas que distribuimos por las calles y en las paradas de taxis. Todo lo que ahora se está diciendo, y bastantes cosas más, estaba ya en esas humildes hojas. Hicimos, con mucho esfuerzo, nuestra Convención el 5 de febrero de 2011 y nos tomaron tan en serio que nos contraprogramaron.

Los pioneros abren caminos y los desbrozan y vencen obstáculos. La candidatura obtuvo 4.100 votos, muy dignos cada uno de ellos y que provocaron la ira de la casta que descargó sobre mí al día siguiente de las elecciones. Recuerdo que un militar, unos días después, me abordó y con sincero gesto en la cara de asombro me espetó: “la que habéis liado”. Le contesté con el magro resultado e insistió en su admiración ante lo logrado: “habéis difundido ideas que han calado mucho”.

Ayer fue un día satisfactorio. Una satisfacción íntima y de orgullo hacía cuantos dieron el do de pecho, por dignidad, como repetían, porque un día la regeneración fuera una realidad.