Enrique de Diego
Pablo Iglesias afirma, en castizo, estar “acojonado” de entrar en la etapa de pasar de la “lucha partisana” a la “guerra de ejércitos regulares”. El secretario político, Iñigo Errejón dice que ha llegado el fin del Blitzkneg, “la guerra relámpago”. Aunque parece haber cierta ambientación de Call of Duty en el debate, es un lenguaje bastante democrático. Karl R. Popper definió la democracia como el sistema en el que se produce la alternativa sin derramamiento de sangre. Hay una guerra virtual y por eso se habla de batalla electoral, de campaña. Mucho me temo que en la reciente, Podemos contabiliza la apabullante cifra de 1,1 millones de “desaparecidos”.
El 1 de julio, en su programa Fort Apache, Pablo Iglesias descartó el pucherazo con el voluntarismo del ingenuo: “es impensable en un país como España”. El 4 de julio, en un curso de la Complutense modificó algo la reflexión, pero manteniéndose en la ingenuidad: “en España no es posible. Yo creo que en España no es posible”. El comandante en jefe de la tropa de Podemos no puede andar creyendo. Ha de estar seguro y con pruebas, con las actas contadas de sus interventores. Ha llegado demasiado lejos para temblar.
En España es completamente pensable, lo más pensable. Le recomiendo a Pablo Iglesias –lector habitual de RL– la entrevista al prestigioso y lúcido abogado, José Luis Mazón: los acuerdos del registrador Mariano Rajoy con el registrador Francisco Riquelme están guardados en una caja fuerte, se creó una empresa el mismo día que se hizo la sustitución en el registro; muchas fuentes solventes le señalan como copropietario de una plantación colonial de mandarinos en Abanilla (Murcia). O la noticia de que José Bono y Raphael son titulares de una cuenta en una filial del Santander en Las Bahamas con 160 millones de euros. O que el PP en la Comunidad Valenciana no existe ni jurídica ni financieramente y toda la vida ha funcionado en B. Súmense todas las viejas glorias del felipismo y del PP que están colocadas en los Consejos de Administración de los oligopolios del Ibex 35 o en las farmacéuticas. Esto es un negocio y es un negocio corrupto. La corrupción no es anecdótica ni episódica, es la base del sistema. Este es el Gobierno de la corrupción, para la corrupción y por la corrupción.
Esa gente es capaz de dar un pucherazo y mil si hace falta
Ya que Pablo Iglesias no ha tenido el rigor intelectual de citarme como el acuñador del término casta para definir nuestro sistema, al menos espero que lo haya entendido bien. Casta son tanto Ignacio Escolar como Francisco Marhuenda, aunque de diversa forma; como lo son Ana Pastor igual que Isabel Durán. Eso en la espuma. El Banco de Sabadell está encantado de haber comprado la Caja de Ahorros del Mediterráneo por un euro y su presidente pedía un “Podemos de derechas”, un Ciudadanos. La gente de la casta no tiene escrúpulos, tiene intereses; controla los medios y ha controlado el recuento. Esa gente es capaz de dar un pucherazo y mil si hace falta, con tal de no perder el negocio y no enfrentarse al riesgo de que se conozcan sus secretos y no haya cárceles suficientes para ellos (si hay una Justicia digna, independiente).
Así han funcionado, básicamente, las cosas. La casta se puso nerviosa con el 15 M, pero hizo pronto de la necesidad, virtud. Mirad que viene la anarquía, les mostraron a las medrosas clases medias españolas, tan expoliadas y con tanto síndrome de Estocolmo. Luego la casta de derechas vio la posibilidad de dividir el voto del PSOE. Pero el experimento que no era suyo, que estaba en la calle, se les fue de las manos, se hizo demasiado grande. ¿Cómo habiéndote montado un dosier falso con una UDEF esotérica consideras impensable un pucherazo? Es la lógica final del sistema y lo han dado, vaya que sí lo han dado, y eso les pasará factura.
Había que sacar –Josep Oliu dixit– un “Podemos de derechas” domesticado. Tenían a mano al charlatán de feria de Albert Rivera y lo inflaron, lo financiaron y lo mimaron mediáticamente. Antes, despejaron el terreno acabando con UPyD que había cometido el error imperdonable de ir contra uno de la cosa nostra española: Rodrigo Rato. Cosa nostra que ha tomado el poder. Que no es tenga corrompido al poder; es que el poder…corrompido. Para sí les hubiera gustado el esquema a John Torrio o Al Capone. Con Ciudadanos, una colección de trepas con mentes vaciadas y diseños metrosexuales, pretendían la farsa de recoger el descontento para llevar al rebaño, al final, al mismo redil.
Y Podemos siguió subiendo y en el horizonte había un murmullo creciente: sorpasso. Unos aficionados, unos parvenus, unos perroflautas poniendo en peligro la tranquilidad de la casta, los suculentos negocios, los sucios secretos guardados en las cajas fuertes… En España es posible el pucherazo, si los partidos no recuentan las actas de todos sus interventores. Tenían el móvil y los medios. ¿Por qué nos vamos a fiar de INDRA? Y no sólo porque consiga el contrato con baja temeraria, a lo low cost, sino porque tiene dos exdirectivos imputados cogidos in fraganti financiando en B las operaciones oscuras del PP en las redes. Dios mío, ¡y que esa gentuza haya controlado el recuento! Más que para echarse a temblar, que no sirve de nada, es para no taparse los ojos, ni para encasquillarse, partisano, en lo de impensable e imposible. Pensable y posible. Basta con que al sistema informático se le metan claves que vayan eliminando podemitas y pasándolos al éter de la abstención.
Me remito a todo el análisis esforzadamente hecho por RL desmontando artilugios, explicaciones chorras y centrándonos en datos fehacientes como el voto CERA.
¿Y si Pablo Iglesias hubiera pedido un recuento o hubiera tan siquiera abierto la duda al pucherazo? El linchamiento hubiera sido brutal. Aquí del negocio corrupto viven desde Eduardo Inda –el amigacho bienpagado de Jaume Matas– hasta Soraya y su esposo, fichado por los cazatalentos de Telefónica, que a la par dieron con la esposa de Eduardo Madina. Así que átate los machos en este juego de tronos más falso que un Judas de plástico. Les has puesto nerviosos, sin rematar y ahora eres –sois- el enemigo a batir: os van a montar divisiones virtuales o reales todos los días, hasta intentar volaros en mil pedazos. La casta no perdona.
Pucherazo: Crecen las sospechas: No hay explicación a la misteriosa abstención masiva de Podemos
Pucherazo: Se han perdido en el éter 1,1 millones de votos de Podemos
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