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Rajoy no puede seguir en La Moncloa

Redacción




 

Mariano Rajoy es indigno de seguir en La Moncloa. /Foto: twitter.com.
Mariano Rajoy es indigno de seguir en La Moncloa. /Foto: twitter.com.

Editorial

Esto es una toma de posición editorial de Rambla Libre. Haremos pocas, pero siempre serán claras. Ante el marasmo al que ha conducido a la nación un nefasto sistema electoral y de cara al previsto debate de investidura, entendemos que la dignidad nacional tiene una exigencia clara: Rajoy no puede seguir en La Moncloa.

No es una persona digna, está al frente de un partido corrupto en toda su estructura, en su raíz y en todas y cada de sus ramificaciones y, además, no tiene capacidad ni de liderazgo pero tampoco de aritmética para dar a España un Gobierno estable.

El calvario judicial previsible, y retrasado por una Justicia servil y sometida al poder, hace que la presencia de Mariano Rajoy en La Moncloa represente un peligro, porque está sometido a una presión añadida. No puede estar en el poder un partido al que le embargan la sede, ni ostentar la presidencia de España quien ha estado cobrando sobres en negro como un vulgar estraperlista.

El primer principio de la regeneración nacional necesaria es tolerancia cero con la corrupción. Y para ello Rajoy es un obstáculo manifiesto. Pactar con Rajoy exige una disposición a abismarse en la degradación. No es cuestión de derechas o de izquierdas, lo es de salud moral y de dignidad nacional. Con Rajoy y su Gobierno es creíble todo: que urdan pruebas falsas contras sus adversarios, que den pucherazo en las elecciones, que presionen a la Justicia.

Además, hay que dejar de engañarse y engañar al pueblo español en este clima de estomagante alucinación en el que se va sumiendo a la sociedad española, con repetición de elecciones para volver al mismo sitio, con los mismos discursos manidos y las mismas consabidas mentiras. Ni aunque el PSOE decidiera abstenerse en la investidura, eso no aseguraría ninguna estabilidad en la legislatura; sería una farsa. PP y PSOE no tienen la misma filosofía ni el mismo programa. De hecho, el PSOE llevaba en su programa la derogación de la reforma laboral, entre otras medidas que pretendía arrumbar de la gestión del PP.

La idea lanzada por un hombre desesperado como es hoy Rajoy de formar un gobierno con el PNV, más Ciudadanos, más dos canarios, uno de ellos con acuerdos firmes con el PSOE y que ha ido en sus listas, entra tan de lleno en el terreno de la alucinación que, de ser el capitán de un barco, debería conllevar la incapacitación y el relevo en el mando. Cada uno de los términos de ese acuerdo es antitético con el otro.

Es Rajoy el que mantiene atrapada en el tiempo a la nación con su inmovilismo y con su bajeza de miras, con su pobreza de espíritu, e incluso con sus miedos a su futuro personal judicial. Nos remitimos a las revelaciones hechas por RL sobre su patrimonio oculto. Es él el que con tal de mantenerse en el poder, a cualquier precio, es capaz de aventar odios cainitas y de fundar toda su estrategia en el sentimiento abyecto del miedo.

Pare ya Susana Díaz con sus patrañas y sus conspiraciones de colegiala bien mandada. Para la secretaría general del PSOE le faltan muchos hervores y unos cuantos baños María. Permitir una investidura sólo tiene sentido si hay un pacto de investidura; cualquier otra cosa es comedia bufa. O está por la gran coalición o es mejor que deje de hacer el ridículo como aliada de Rajoy.

Mariano Rajoy es un lastre para la nación, un peso muerto, buscando un reconocimiento imposible y una permanencia insostenible. No puede seguir en La Moncloa.