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Diferencias entre Abraham Lincoln y Mariano Rajoy con la secesión

Redacción




Abraham Lincoln no hizo ninguna concesión al secesionismo.
Abraham Lincoln no hizo ninguna concesión al secesionismo.

Enrique de Diego

La guerra de secesión norteamericana ha quedado como una lucha entre el Norte y el Sur centrada en el esclavitud y su abolición, y así fue en buena medida, pero previamente la cuestión central era el derecho o no de los estados a separarse de la Unión, de ahí que los once estados esclavistas sublevados se denominaran la Confederación, como yuxtaposición de estados que podían separarse.

Abraham Lincoln, en su primer mandato presidencial, no hizo campaña contra la esclavitud, de hecho no hizo campaña. En su única aparición pública, en Springfield, cuando se le pidió que hablara, dijo, simplemente: “Me he propuesto, desde que se me ha colocado en la posición en que me encuentro, no pronunciar ningún discurso”. Pero sus ideas eran conocidas y en cuanto el escrutinio le dio la victoria electoral, el Sur empezó el proceso de ruptura. El 10 de noviembre, tres días después de conocerse el resultado, Carolina del Sur, el estado más rupturista y más esclavista, autorizó la convocatoria de una Convención, para decidir “las futuras relaciones entre el estado y la Unión”. Ocho días más tarde, hizo lo propio Georgia. El 20 de diciembre, Carolina del Sur decidió que ya no formaba parte de la Unión. Se fueron sumando Florida, Texas, Alabama, Luisiana, Arkansas, Misisipí, Arkansas… Sólo Tennesse convocó referéndum para ratificar su “alianza” con la Confederación naciente. El resto hizo sus proclamaciones mediante convenciones. En total los electos para decidir el futuro en los once estados sublevados fueron 854, de los que votaron a favor 697 y en contra 157.

La distancia entre el Norte industrializado y el Sur del algodón

Que la esclavitud no fue la única cuestión en litigio lo prueba el hecho de que cuatro estados esclavistas lucharon con la Unión: Delaware, Maryland, Misuri, Kentucky. Las diferencias entre un Norte en proceso de industrialización y un Sur agrícola se habían ido acentuando. El Sur giraba en torno al algodón, materia prima fundamental de la revolución industrial, uno de cuyos sectores más dinámicos era el textil, en el que la producción en gran escala del algodón había permitido que, por primera vez en la historia, las gentes pudieran usar ropa limpia y cada vez más barata. Eso iba unido a la esclavitud, que, además, al prohibirse el tráfico de esclavos, hizo que las granjas de producción de esclavos resultaran altamente rentables.

La polémica de los aranceles y el primer pulso rupturista de Carolina del Sur

La división entre el Norte y el Sur se había ido haciendo cada vez más profunda en cuestiones como los aranceles. El Norte, industrializado, era proteccionista y partidario de aranceles altos; mientras el Sur, exportador, estaba a favor de cuantos más bajos, mejor. La Ley de Aranceles de 1832 los elevó tanto que fueron llamados “los abominables”. Aunque diversas medidas hicieron que fueran bajando, no dejaron satisfecho al Sur. Carolina del Sur reunió una Convención que aprobó por abrumadora mayoría una Ordenanza de Invalidación: declaraba la Ley de Aranceles ilegítima. Era una manifiesta desobediencia civil y el paso previo a la declaración de independencia.

En ese momento, el presidente era Andrew Jackson, sureño, propietario de esclavos, quien reaccionó con fortaleza: “El poder de anular una ley de los Estados Unidos, ejercido por un estado es incompatible con la existencia de la Unión, contradice expresamente la letra de la Constitución, cuyo espíritu no la autoriza, no se compadece con ninguno de los principios en los que ésta se funda, y socava el elevado propósito en vista del cual fue creada”. La Constitución, agregó, “crea un gobierno, no una liga”, “una nación única”, en la que lo estados “no gozan del derecho de separarse de ella”. Jackson convocó tres divisiones de artillería, alistó voluntarios y movilizó a las milicias y promovió una fuerza unionista en el interior de Carolina del Sur, de modo que éste estado tuvo que dar marcha atrás.

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“La bandera tachonada de estrellas ha sido atacada por tropas sureñas”

Todo el proceso de secesión se desarrolló entre la elección y la toma de posesión de Abraham Lincoln, de modo que Lincoln estuvo con las manos atadas, aunque expresó con claridad que se huyera de cualquier política de apaciguamiento con el Sur. Lincoln se aferró con elevada firmeza a la idea de que era preciso mantener la Unión. El detonante de la guerra fue la decisión de Carolina del Sur de exigir que los custodios de las propiedades federales las entregaran. El mayor Robert Anderson, comandante federal de todas las fortificaciones situadas en el puerto de Charleston, concentró sus fuerzas en Fort Sumter y se negó a obedecer cualquier orden que no le viniera dada desde Washington. Carolina del Sur desplegó su artillería. Cinco de los siete miembros del gabinete Lincoln mostraron su opinión de que lo mejor era no hacer nada, pero Lincoln decidió actuar enviando una expedición de socorro por mar con alimentos. La artillería sureña abrió fuego contra el fuerte. Así comenzó la guerra, el 12 de abril de 1861. Lincoln proclamó: “La bandera tachonada de estrellas ha sido atacada por tropas sureñas”. Y pidió 75.000 voluntarios. En pocos días, se alistaron 92.000.

Hay una semejanza con el proceso secesionista catalán: la declaración unilateral desde convenciones, en este caso del Parlament. La pretensión ‘democrática’. Jefferson Davis dijo que la secesión era la consecuencia “de una llamada pacífica a las urnas”.

Abraham Lincoln era un hombre honorable; Mariano Rajoy está bajo sucias sospechas

Las diferencias entre Abraham Lincoln y Mariano Rajoy –todas las comparaciones son odiosas, pero ésta lo es más que cualquier otra- son notables:

1.- Abraham Lincoln era un hombre honorable. Cuando, en 1847, ganó un escaño en el Congreso, el Partido Whig le asignó 200 dólares para sus gastos; devolvió 199,25: lo único que había comprado era un tonel de sidra para celebrar la victoria. Había desarrollado numerosos trabajos manuales, era uno de esos hombres de frontera de las casas de madera (su símbolo en la campaña presidencial fue una estaca de una valla, por las muchas que había hecho), que se abrió paso como abogado.

Por el contrario, Mariano Rajoy es un político profesional bajo muy serias sospechas de corrupción; acusado por su tesorero, con apuntes contables, de cobrar sobresueldos en negro, que le eran llevados, por ejemplo, dentro de cajas de puros habanos, lo cual muestra una degeneración chabacana. Carece altura moral. No tiene autorictas.

Jefferson Davis era, a su manera, también un hombre honorable, como lo era el atildado general Lee. Ni Artur Mas ni Puigdemont lo son. Son los mayordomos de la reedición catalana de los Corleone, los Pujol, que se han enriquecido con comisiones de las Olimpiadas y está al frente de un partido que ha cobrado, de manera sistemática, comisiones del 3%, como también lo ha hecho el PP a través de la trama Gürtel.

Lincoln dejó siempre claro que no haría ninguna concesión de apaciguamiento

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2.- Abraham Lincoln dejó claro desde el primer momento que no haría ninguna concesión de apaciguamiento y que se mantendría, a toda costa, la Unión. Mariano Rajoy ha estado haciendo continuas concesiones, invocaciones retóricas al diálogo, recibiendo a Artur Mas en La Moncloa, haciéndose fotos comunes dándose la mano, generando confusión. Incluso ha financiado estúpidamente a una quebrada Generalitat, con cuantiosas aportaciones económicas, en vez de estrangularla financieramente, dada su situación de quiebra, que la hacía incapaz de mantener sus compromisos financieros con los “bonos patrióticos” emitidos. Si bien, en esto Mariano Rajoy ha seguido una política de cesión seguida ininterrumpidamente durante toda la democracia, tanto en los gobiernos del PSOE como en los del PP, y muy especialmente en la primera legislatura de José María Aznar, quien con tal de acceder al poder, mediante el Pacto del Majestic, hizo transferencias y concesiones antipatrióticas, como el despliegue de los mossos d’esquadra, y la práctica retirada del Ejército, de la Guardia Civil y de la Policía Nacional, que han quedado muy mermados de efectivos.

3.- Como hemos visto, cinco de los miembros del gabinete Lincoln dieron un consejo que le hubiera encantado a Mariano Rajoy: no hacer nada. Lejos de ellos, actuó con decisión dejando claro que mantendría la Unión a cualquier precio. Rajoy ha sido lento, pasmado y retórico; intentando desgastar a un contrario, que ha llevado siempre la iniciativa, y escudándose Mariano detrás de un Tribunal Constitucional, cuya credibilidad está muy mermada por su elección partidaria, proyección matemática del Congreso de los Diputados.

El Sur era una “comunidad moral”; Cataluña es una sociedad dividida

4.- Mariano Rajoy tiene una ventaja que Abraham Lincoln no tenía. Mientras el Sur era una clara “comunidad moral” –de sus 5.250.000 varones, 1.000.000 combatió-, con abrumadoras mayorías en las convenciones, como hemos reseñado anteriormente, la catalana es una sociedad escindida, dividida, en la que los separatistas ni tan siquiera han conseguido la mayoría de los votos.

Se ha dotado de manera estúpida al separatismo de una fuerza policial armada

5.- Otra ventaja diferenciadora a favor de Rajoy es que cuenta con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y con las Fuerzas Armadas –cuya misión indeclinable y juramentada es la defensa de la integridad territorial de la Patria- mientras Lincoln tenía un Ejército pequeño y el Sur se había preparado para la guerra. Aquí, de manera estúpida y suicida, se ha dotado al separatismo de una fuerza policial armada –también en Vascongadas- a pesar de la nada disimulada intención de ir hacia la independencia. Por el contrario, como se ha indicado, ha habido un abandono de la presencia del Estado en Cataluña, muy acentuada en la etapa Aznar, cuyo patriotismo, en lo concerniente, es impostado e incluso descabezó a su partido como vanguardia de confrontación con el separatismo, por exigencia de los separatistas.

En España no se ha impuesto el respeto a los símbolos nacionales

6.- Cuando Abraham Lincoln anunció que tropas sureñas habían disparado contra “la bandera tachonada de estrellas” era notorio que se trataba de un hecho grave, que no iba contra un trozo de tela, sino contra todo lo que esa bandera significaba. Aquí, sin embargo, los símbolos nacionales han sido objeto continuo de mofa y de befa, de pitidos en actos deportivos multitudinarios, sin que se haya tomado una sola medida. Se ha permitido incluso la exhibición profusa de una bandera ilegal por secesionista, la denominada “estelada”. El patriotismo, en España, ha sido un sentimiento proscrito y vilipendiado.