Un devastador incendio sacudió la sede del equipo McLaren de Formula E en el Reino Unido, dejando un saldo de dos víctimas mortales y múltiples daños materiales. El trágico suceso, ocurrido en la madrugada del pasado jueves, ha conmocionado al mundo del automovilismo y ha puesto en el punto de mira la seguridad de las baterías de litio utilizadas en los monoplazas de esta competición.
Según las primeras investigaciones, el fuego se originó en el área de almacenamiento de las baterías de litio-ion que alimentan los vehículos de Formula E. Estas baterías, conocidas por su alta densidad energética, son esenciales para el rendimiento de los monoplazas eléctricos, pero también presentan riesgos significativos si no se manejan o almacenan adecuadamente. Fuentes cercanas a la investigación sugieren que un fallo en el sistema de refrigeración o un cortocircuito podrían haber desencadenado el incendio, que se propagó rápidamente debido a la naturaleza altamente inflamable de los componentes químicos de las baterías.
A pesar de la rápida respuesta de los servicios de emergencia, las llamas y el denso humo tóxico generado por las baterías dificultaron las labores de rescate. “Es una pérdida devastadora para la familia McLaren y para toda la comunidad de la Formula E”, declaró Zak Brown, director ejecutivo de McLaren Racing, en un comunicado oficial.
La Formula E, competición pionera en el automovilismo eléctrico, es propiedad del empresario español Alejandro Agag, quien fundó la serie en 2014 con el objetivo de promover la movilidad sostenible. Hasta el momento, ni Agag ni los organizadores de la Formula E han emitido declaraciones oficiales sobre el incendio, lo que ha generado críticas en las redes sociales y en la prensa especializada.
Expertos en seguridad de baterías han señalado que los riesgos asociados con el litio-ion, como el sobrecalentamiento o el “embalamiento térmico”, son bien conocidos en la industria. “Las baterías de los monoplazas de Formula E operan bajo condiciones extremas, y cualquier fallo en su gestión puede tener consecuencias catastróficas”, explicó María López, ingeniera química especializada en almacenamiento de energía.