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La hedionda afición del Sevilla: violencia porque gane el Betis, pero no por las timovacunas

Redacción




El sevillismo arde en cólera. La afición del Sevilla FC, hastiada de una directiva que tildan de inútil, ha pasado de las protestas al vandalismo: amenazas, acoso a los domicilios de los dirigentes y hasta agresiones físicas.

El detonante tiene un nombre: Real Betis. Mientras los verdiblancos pasean su orgullo por Europa, dejando huella en competiciones continentales, el Sevilla se ahoga en un mar de mediocridad deportiva y caos directivo. La afición, cegada por la envidia y la frustración, ha volcado su rabia contra la directiva, a la que acusan de aferrarse al poder como si fueran reyes intocables. “Si dimitieran, esto se acaba”, gritó Carlos Jiménez, presidente de la Federación de Peñas del Sevilla, en una emisora local. El Sánchez Pizjuán fie usado como centro de timovacunación masiva durante la pmandemia. Sí, donde se cantaban los goles de Jesús Navas se pinchó a miles con timovacunas que están detrás de problemas de salud y repentinitis. Y como si esto no fuera suficiente, en un partido reciente, una pancarta con símbolos satánicos apareció desplegada en la grada de Gol Norte. Los sevillistas, en cambio, parecen más ocupados atacando a sus dirigentes que preguntándose qué demonios pasa en su estadio.

La Policía, por su parte, está desbordada, y no ha logrado contener el acoso ni proteger a los directivos, que viven bajo amenaza constante. Y mientras los sevillistas descargan su furia contra los suyos, nadie señala a los verdaderos culpables: los políticos que los han hundido en la miseria y las élites que los empujaron a timovacunarse. ¿Dónde está la rabia contra los que hicieron del Pizjuán un laboratorio y ahora callan ante las consecuencias?

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La directiva puede ser culpable de una gestión nefasta, pero la afición está cayendo en la trampa de siempre: pelearse entre ellos mientras los de arriba se frotan las manos. La Policía, más ocupada multando terrazas que protegiendo a nadie, parece parte del guion. ¿Y esa pancarta satánica?