Enrique de Diego.
La sabiduría del genial e ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha le enseña a Sancho Panza como latiguillo frecuente que ‘al final, todo sale en la colada’. Más pronto que tarde, la verdad se abre paso con fuerza. En el terrible genocidio de las timo vacunas ya ha empezado: el horrible genocidio del coronavirus ideado y puesto en marcha por el tarado genocida Bill Gates y el criminal en serie Anthony Fauci está claro a la luz de todos.
El ‘indulto preventivo’ concedido a Fauci es un reconocimiento de culpa manifiesto. Pedro Sánchez, Salvador Illa y Fernando Simón ya pueden echarse a temblar. El Fauci español es César Carballo, cuyo destino quedó marcado hace tiempo; él es la viva y cruda imagen de la plandemia. Él, a sueldo de las farmacéuticas, fue el pricipal promotor de la timo vacunación masiva y del intento de timo vacunación obligatoria y de todas las medidas totalitarias, como cnfinamientos y el uso obligatorio de mascarillas, incluidos todos los niños, que, con el único fin de esclavizarnos, se adoptaron.
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La lista es larga de los culpables en aquel genocidio mascarada, e incluye a todos los Colegios de Médicos, tan sañudos con los valientes galenos que se opusieron, a todas las televisiones y a medios de comunicación, entre los que se cuentan Susanna Griso, Ana Rosa Quintan, Risto Mejide, Fedrico Jiménez Losantos, Belén Esteban, Ángel Expósito, Carlos Herrera…a todos les alcanza la culpabilidad. Ni olvidamos ni perdonamos. Se lo debemos a los muertos y a los que sufren por enfermedades dolorosas. Se lo debemos a los niños. Habrá justicia.