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Carta del Editor: Prensa deportiva, timo vacunas, Vinicius, Jay Z y Diddy

Redacción




Enrique de Diego.

Reconozco que una de las decepociones más grandes, durante la «plandemia», fue la prensa deportiva, lacaya del globalismo. La prensa deportiva es más sencilla que una peseta de cromos, narrar la jugada y tener buenas fuentes para dar exclusivas de fichajes. Pensé, y me equivoqué, que tendría menos ataduras que la llamada prensa gneralista, pura defecación, y llegado el momento descubriría el pastel. Al fin y al cabo, un jugador, de fútbol por ejemplo, cuesta mucho y no era cuestión de matarlo con las timo vacunas. Pero la prensa deportiva vive de la pulicidad y ésta la controla BlackRock. Y controla toda la industria de prenda deportivas, Adidas, Nike, Puma, de las que dependen los patrocinios.

Esa prensa deportiva que vibró con la muerte en el campo de juego del sevillista Antonio Puerta, pero que se ha plegado al silencio cuando el Kun Agúero le atacó la proteína Spike de la timo vacuna al corazón en pleno partido y que se ha tragado el colapso del jugador de la Fiorentina, Edouard Boves, contra el Inter esta semana. Que, en un gesto de suprema hipocresía, asiste a las muertes de jugadores de élite o de infantes en las categorías inferiores que ven sus sueños truncados, y reproducen los torticeros comunicados, llenos de emotividad impostada, de clubes y federaciones consternados por el enésimo fallecimiento. Del que ellos son culpables. Y ¿nadie en la prensa deportiva se pregunta nada de que todos los deportes, en primer lugar, el fútbol se hayan convertido en deportes de alto riesgo? ¿Nadie hilvana un fallecimiento con otro y se pregunta cuál es la causa de tanta repentinitis y tanta fulminación? La prensa deportiva es una escoria más; vociferante sin sentido, sin fondo, sin búsqueda de la verdad evidente. Entre tanta muerte y tanto desastre seguro que nadie espera que le suceda a Novak Djokovic, el único deportista de élite que no cedió a la farsa letal. Campeón olímpico a una edad en que Rafa Nadal, el normas, el amigacho del tarado genocidad de Bill Gates, ya está retirado.

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Jay Z con la bruja Marina Abramovic

Viene a cuento de la información exclusiva que hemos dado sobre la conexión de Vinicius con Diddy que con motivo de un comentario de Pedro Bravo en la terttulia de Josep Pedrerol, otro gran fiasco, se solidarizó el magnate de la industria musical, hoy entre rejas, acusado de muy graves delitos. Información que ha puesto en el candelero el caso Diddy, silenciado también por la prensa lacaya española. La noticia ha tenido 60.000 reproduccioes, mucho más que el As o Marca cuyas noticias más exitosas alcanzan las 30.000 reproducciones. Rambla Libre lidera el deporte con su vocación de contar la verdad sin concesiones, con el coraje que debe tener un periódico y un periodista que no sea un personaje que practique la alternancia a la prostitución.

Vinicius, poor de pronto, no es del Real Madrid, no tiene un contrato con el club que preside Florentino Pérez-Kalergy, que parece haber alcanzado su objetivo de conseguir un equipo étnicamente puro; Vinicius es de Roc Nation, con quien sí tiene un contrato. Y Roc Nation es del conocido satanista Jay Z, esposo de la cantante Beyoncé, que se desdobla y es poseída por un espítitu maligno y oscuro llamado shasa. Es decir, que ahí hay mucha tela que cortar y Rambla Libre lo va a hacer, y va a dar a sus lectores gratas e incomensurables sorpresas. Jay Z y Beyoncé ocupan lugar destacado en mi libro «Letizia, satánica y adúltera», de venta en Amazon, auténtica requisitoria contra el satanismo rampante y sus horrendos planes.

¿Qué hjace Vinicius en el epicentro del mal? Porque Diddy mostró solidaridad previsiblemente acicateado por Jay Z, uno de los más íntimos suyos y frecuente en las Fiestas Blancas de Diddy. Así la pregunta no es ociosa y conviene reiterarla: ¿qué hace Vinicius con Jay Z y Diddy, en el epicentro del mal absoluto?. A ver si a alguien de la prensa deportiva se le cae la cara de vergüenza y se pone a investigar. Nosotros ya lo hemos hecho. Novedades pronto.