Enrique de Diego.
¡Qué pena das! Ahí aferrada a tu balón de mierda, besándole con arrobamiento y unción, Aitana Bonmatí. Vanidad de vanidades y todo vanidad. Verduras de las eras manriqueñas. En primer lugar, el fútbol femenino no es nada. A ti no te ve nadie, no interesas a nadie, eres una mujer subvencionada, que vives de la caridad y el expolio. Te ven una media de 4.000 personas por partido. Queda muy chuli hablar de estupideces, que a ti se te da de hongos, como la igualdad y el camino por recorrer. Mira ya no hay tiempo para estupideces de ese calibre. Ese balón lo tendrás que vender si alguien te lo quiere comprar. El próximo año el balón de oro no existirá.
Por de pronto, te estás haciendo daño a ti misma y a los demás les estás dando mal ejemplo con tus tonterías. Llevas dos meses en el dique seco con dolores musculares por culpa de eso tan chic y tan woke del veganismo. Déjate ya de tonterías y cómete con urgencia un buen chuletón y una buena butifarra. Y mentecata, te recordarán por tu gloriosa estupidez de «welcomes refugees». Al tiempo.
Tus días de gloria han pasado. Serán un recuerdo agridulce en la tarde pragmática dulzona, cuando el vendaval purificador arrase con toda la gilipollez woke que tú has representado.
Otrosí: A Jeeni Hermoso le han dado el Premio Sócrates, no por el filósofo, sino por el juegador brasileño.