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«El virus woke»: El pecado original sólo lo tienen los blancos

Redacción




Publicamos a continuación un extracto del libro de Enrique de Diego, «El virus woke»:

Vamos a entrar en terreno cenagoso, en el meollo de la dictadura intelectual woke, de su intrínseca mentira, de su alucinación diabólica. Pido al lector la máxima atención, que todas sus potencias cognitivas estén con la máxima a atención. Vamos a entrar en el epicentro del mal descarnado. Lo que el historiador Paul Jhonson, llama la “teoría de la raza maligna”, la raza blanca, se queda corto en la horrenda apreciación, porque, atentos, difúndalo como un clarinazo de llamada a la batalla; no como un ejercicio teórico sino como algo urgentemente práctico, de disposición al combate con armas y bagajes, de despertar definitivamente para estar en orden de combate siempre, en vigilia, musitando una oración, las veinticuatro horas del día. Con alegría y optimismo, que son las armas vencedoras.

El pecado original, el mal, la existencia del mal en el mundo, según Gilbert K. Chesterton, es el único dogma que no necesita demostración, basta abrir la ventana, decía él. Hago aquí un inciso para reivindicarme, sé de lo que hablo, estoy preparado. Tengo los estudios eclesiásticos de Filosofía escolástica y de Teología a falta de tres asignaturas. Básicamente, la concepción luterana del pecado original es que ha dañado de tal manera la naturaleza humana que solum fidei el hombre se salva, por la infinita misericordia de Dios. La católica es que se ha producido un daño, pero no completo, la criatura es capaz de elegir entre el bien y el mal, y puede salvarse por la misericordia de Dios Todopoderoso con la fe con obras.

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Pero la inmensa aberración del virus woke, que amenaza haceros sucumbir como especie humana, consiste en proponer y propugnar que el pecado original está monopolizando por la raza blanca, que ha de ser, por tanto, exterminada. Esta es la enormidad de su planteamiento. Todo el mal está concentrado en la raza blanca, culpable de todos los sufrimientos del mundo, que ha hecho méritos para extinguirse, y especialmente el hombre blanco que ha sojuzgado a las otras razas y especialmente a la mujer, como un violador y un explotador. Al tener la raza blanca el pecado original tiene dañada la naturaleza de tal forma que su pecado es indeleble, de siglos, imperecedero y imperdonable. Para mantener esta ficción, es porque está prohibido en la dictadura woke señalar la nacionalidad, el origen o la religión de los asesinos y delincuentes, porque sólo el blanco es asesino.

Ante esta enormidad se hace preciso reaccionar con todas nuestras fuerzas, convocar a todos los resortes morales, y acudir decididamente a la batalla, porque nos va la vida en ello y la vida de nuestros familiares más cercanos y más queridos. La causa de ese odio satánico, pues ya hemos podido comprobar a la vista de todos los ojos asombrados que la propuesta es decididamente satánica, y pedófila, en la apertura de los Juegos Olímpicos de París, es que la mecha de la gracia del Cristianismo ha prendido en la raza blanca, que ha sido sólidamente cristiana y evangelizadora, y ha llevado la buena nueva de Cristo a las otras razas y pueblos. Esta es la guerra espiritual de la que habló la Señora de todos los Pueblos a Ida Pedermann en Amsterdam, que amenazaba especialmente a los niños, por lo que pedía a los educadores y los padres una especial atención y dedicación. Lo que el diablo no soporta es que los blancos hayamos llevado el Evangelio a los cinco continentes. Eso significa que no hay tregua, ni terreno de neutralidad, O acabamos con el virus woke y sus torpes designios o él acabará con nosotros. La victoria es segura pero todos debemos aprestarnos al combate. He aquí el clarinazo.

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