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Carta del editor: La reina destronada

Redacción




Enrique de Diego.

Después de la goleada que nos metió Brasil, 4-2, esfumada la medalla de oro, en el último minuto un penalti que puede significar el emparte y la prórroga contra un equipo mediocre, Alemania, que no se ha gastado la millonada de fondos públicos y patrocinios, de Iberdrola, que España en fútbol femenino, un deporte que nadie ve pero en la estupidez woke ha acariciado el sueño de cobrar, igualdad manda, lo mismo que Messi, Cristiano Ronaldo o el fiasco florentino de Mbappé.

Una joven jugadora se dispone a tirar, pero en esas sale Alexia Putellas, apodada presuntuosamente la reina, y exige asumir la responsabilidad. En el deporte moderno es mucho lo que está en juego en forma de jugosos patrocinios. Si marca, Alexia, que tiene derecho de pernada en la selección lésbica, puede haber salvado los Juegos satánicos de París. Alexia se concentra, la portero alemana está tranquila, ni se mueve. Alexia tira el penalti de forma bastante infantil, como lo tiraría un cadete varón mediocre, y la alemana despeja sin dificultad. El souflé del fútbol femenino español inflado en Sidney, cuando Luis Rubiales ‘violó’ de aquella forma, a la trágala, como es norma en la dictadura woke, tal y como explico en «El virus woke», pues el periodismo ha muerto, se ha venido abajo, con su trío de la bencina: Alexia Putellas, Jenni Hermoso, la ‘víctima del pico’, y Aitana Bonmatí.

Ha llegado el momento de desmontar el tinglado de la farsa del fútbol femenino woke. Alexia Putellas hace y corta con sus tijeras en la selección. Se enfrentó, se enfrentaron a un buen entrenador, Jorge Vilda, porque impuso habitaciones cerradas en las concentraciones. ¿Por qué? En algunos burdeles hay bastante mayor nivel moral que en la selección femenina woke de fútbol. Unas van a las habitaciones de las otras a cortar tijeras.

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A Pedro I de Aragón, después de vencer en Las Navas, esa costumbre de folgar le costó bien cara. Según cuenta su hijo, Jaume I El Conqueridor, Pedro pasó la noche folgando con una bella occitana antes de la batalla de Muret, contra Simón de Monfort, con tal fogosidad que no se tenía en pie y en la Santa Misa hubo de sacarle una silla para que sentara. Horas después moría a espada. No sé que estaría haciendo la noche anterior Alexia, pero convendría que en la selección hubiera más duchas frías y un mínimo de autocontrol.

Las jóvenes, algunas menores de edad, son «invitadas» por el clan de las veteranas a pasar la noche con ellas y si alguna se niega se la pone la proa, en el entendido caso de que la entrenadora entre tanto tijera, ni pincha ni corta. Se parece bastante a la corrupción de menores en una ambientación sórdida bastante peor que lo de Luis Rubiales y lo de Plácido Domingo, juntos; pero claro a Fonsi Loaiza y demás lacayos adiestrados no les importa nada eso y no informan para el vulgo.

Alexia Putellas no paró hasta llenar de mierda a Jorge Vilda para dejarlo como el malo de la película y hasta que no consiguió que la selección fuese su cortijo, no estuvo contenta. Ha fallado el penalti decisivo y definitivo. Un poco más de humildad y seriedad, Alexia, y menos inflarse de testosterona.

En las concentraciones de la selección femenina woke todo apunta a que se perpetran diversos y variados presuntos delitos, pero ya he dicho que ahí rige el derecho de pernada y la omertá. Cosas de las wokes.

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He dicho que no las ve nadie, pues son amamantadas, hasta atragantarse, por las subvenciones…Bueno, ¿quién va a ver un Barcelona-Tenerife o un Real Madrid-Albacete femeninos? En el infausto Alemania-España estaban las gradas vacías. No faltaron para la ocasión, eso sí, Pilar Alegría, que no redondea los Juegos satánicos multiculturales y feministas woke que se prometía, y Letizia Ortiz, la satanista, que, a pesar de los pesares, está en su salsa en los Juegos satánicos de París. Pero esas dos también están allí gastando nuestros impuestos.