Enrique de Diego.
Estaba cantado que iban a ir hacia la eliminación física de Donald Trump, porque su elección el primer martes de noviembre hecha por tierra los planes globaalistas y les hace perder muchos miles de millones al complejo militar industrial, con la guerra de Ucrania al fondo, y la bigfarma.
Un pastor predijo el atentado hace 4 meses y, por ejemplo, Colin Rivas ha insistido profusamente en el tema. Toda vez que no han conseguido tumbarlo judicialmente y visto el deterioro mental galopante de Joe Biden, el atentado a la desesperada era la única opción que les quedaba a los globlaistas.
Por de pronto, en cálculo de probabilidades el que el perturbado saliera en un anuncio de Black Rock es infinitesimal, prácticamente nula. Black Rock no hace prácticamente anuncios y que lo haga en la clase de Crooks, un perturbado, quien odiaba a Trump, es una casualidad clamorosa y no existen las casualidades sino las casualidades.
— Enrique de Diego (@enriquedediegov) July 15, 2024
De tratarse de un sicario, hubiera sido muy llamativo y hubiera dejado muchas pistas. Un perturbado es el hombre apropiado, pues se puede vender que sufría builling. Con motivo de ese anuncio, pudo entrar en contacto con Black Rock, espolón del globalismo, y con tantas intereses en Ucrania. Después se le regala un AT 45 a su padre. Es una pista que se debe seguir.
En el lugar de los hechos, se suceden las chapuzas que inducen a pensar en una trama más amplia. El perturbado escala el muro y es visto por el público asistente; un policía local se presenta en el lugar y es encañonado por Crooks; un francotirador lo tiene en el punto de mira y pide permiso para disparar. Kimberly Cheatle, directora del Servicio Secreto, no da la autorización. Se le deja cometer el atentado y entonces es cuando es abatido.
La tal Kimberly Cheatle, cuanto menos inútil, sino implicada, tiene como sus objetivos que el Servicio Secreto sea inclusivo, no porfesional, y que llegue al 30% de mujeres, éstas en el transcurso de los hechos hacen el más patente ridículo, como patos mareados, incluso una no acierta a meter la pistola en la cartuchera.
En suma, a Donald Trump le conviene contratar un servicio de seguridad privado de protección, porque ahora tiene el del Servicio Secreto de Joe Biden y de Black Rock.