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¡Paz! ¡Paz! ¡Paz!

Redacción




Oh Queridos Padres: ¡Paz! ¡Paz! ¡Paz! Jesucristo dijo: “Os dejo la paz, mi paz os doy” [1]. Desde el momento de su resurrección, esta paz, fruto del Espíritu Santo, fue el primer don que hizo a su Iglesia, repitiendo dos veces: “¡La paz esté con vosotros!”[2] Y pidió a todos sus discípulos que la difundieran por el mundo: “Como el Padre me envió, también yo os envío” [3]; “¡Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios!” [4]. La paz es, pues, el bien común más precioso, tanto para la sociedad civil como para la sociedad eclesial.
1. Al Papa Francisco
Oh Querido Padre, ¿ama usted realmente la paz? No hay duda de que su respuesta será “sí”, especialmente cuando uno recuerda sus mensajes sobre la paz y sus esfuerzos particulares por llevar la paz a Sudán del Sur. Pero hay que hacerse las siguientes preguntas: ¿Por qué ha declarado usted una guerra litúrgica contra la Misa Latina Tradicional? ¿Por qué ha iniciado usted una guerra doctrinal negándose a corregir la Fiducia supplicans y los demás errores morales y doctrinales de su magisterio? ¿Por qué quiere usted excomulgar al Arzobispo Viganò por criticarle en la verdad de la Tradición cristiana?
Oh Querido Padre, usted ha destruido la magnífica paz litúrgica que nos había conseguido el Papa Benedicto XVI. Con su motu propio Traditionis custodes (16 de julio de 2021), usted y el Cardenal Arthur Roche han desencadenado una segregación de los católicos ‘tradicionalistas’ y una persecución de la Misa Latina Tradicional. Pero, en realidad, esta Misa es Nuestro Señor mismo: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues” [5]. Al decidir suprimir la Misa Tradicional en favor de la Misa Moderna, usted afirmó que “los libros litúrgicos promulgados por los santos Pontífices Pablo VI y Juan Pablo II, en conformidad con los decretos del Concilio Vaticano II, son la única expresión de la lex orandi del Rito Romano”. Esto es una injusticia con la Tradición litúrgica cristiana y una contradicción con el Papa Benedicto XVI. En su motu propio Summorum Pontificum (7 de julio de 2007), Joseph Ratzinger reconoció que existen dos expresiones del mismo rito romano: “El Misal Romano promulgado por Pablo VI es la expresión ordinaria de la «Lex orandi» («Ley de la oración»), de la Iglesia católica de rito latino. No obstante, el Misal Romano promulgado por san Pío V, y nuevamente por el beato Juan XXIII, debe considerarse como expresión extraordinaria de la misma «Lex orandi» y gozar del respeto debido por su uso venerable y antiguo. Estas dos expresiones de la «Lex orandi» de la Iglesia en modo alguno inducen a una división de la «Lex credendi» («Ley de la fe») de la Iglesia; en efecto, son dos usos del único rito romano”. ¿Por qué la actitud del papa bávaro es la consecuente y coherente con la Tradición litúrgica cristiana? Porque ningún Apóstol recibió de Jesús la Misa Moderna exactamente como se celebra hoy. Los Doce Apóstoles recibieron el núcleo principal de la oración eucarística de consagración, que transforma el pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre de Jesús, junto con la preparación consistente en escuchar y explicar la Palabra de Dios. Esparcidos por todo el Imperio Romano, estos Apóstoles crearon una hermosa variedad de tradiciones litúrgicas orientales y occidentales. Si en Oriente coexisten pacíficamente varias tradiciones litúrgicas, ¿por qué iba a ser imposible en Occidente? La Iglesia no destruye las tradiciones litúrgicas, sino que las conserva. Todas ellas constituyen una rica expresión de la fe cristiana, por supuesto, cuando su contenido es fiel a esa fe.
Oh Querido Padre, usted ha destruido la magnífica paz doctrinal que nos había conseguido el Papa San Juan Pablo II. Con su Declaración Fiducia supplicans (18 de diciembre de 2023), el Cardenal Víctor Manuel Fernández, el Padre Armando Matteo y usted pidieron a los sacerdotes que realicen las “bendiciones de parejas en situaciones irregulares y de parejas del mismo sexo”. La Iglesia y sus sacerdotes nunca han tenido problemas para bendecir a los individuos: tradicionalmente, antes de dar la bendición, los sacerdotes no investigan si la persona está bautizada o casada, si es santa o ladrona, homosexual o divorciada vuelta a casar. ¿Por qué tiene usted especial interés en bendecir a parejas cuyo fundamento es el adulterio, la fornicación o la sodomía? Al bendecir a estas parejas usted está bendiciendo su unión sexual, que es contraria a la ley divina, porque la traducción latina de la palabra ‘pareja’ es ‘cópula’, que etimológicamente significa ‘unión’. El Cardenal Mauro Gambetti ha anunciado que esta bendición ya es posible en la Basílica de San Pedro de Roma (11 de enero de 2024). ¡Qué gran escándalo! Fiducia supplicans es una lamentable desacralización de la bendición cristiana, ya que invita a invocar el Santo Nombre de Dios sobre el pecado. Fiducia supplicans ha cortado el diálogo ecuménico con la Iglesia Ortodoxa y las Iglesias Orientales. Fiducia supplicans ha traído vergüenza y burla a la Iglesia Católica, ya que ni siquiera las religiones paganas dan tal bendición. ¿Por qué usted se niega a retirar o corregir esta declaración, que ha sido rechazada públicamente por la gran mayoría de los obispos del mundo? ¿Por qué, usted que dice estar a favor de una Iglesia sinodal, se niega a escuchar la voz del Espíritu Santo manifestada a través de este rechazo sinodal del Colegio de Obispos? ¡Pero el asunto se pone peor! Usted ha promovido a los dos autores de este documento herético, nombrando al Cardenal Fernández y al Padre Matteo, respectivamente miembro y consultor del Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos (23 de enero de 2024). También usted ha justificado públicamente la homosexualidad estableciendo una igualdad entre la afectividad homosexual y el amor heterosexual: “bendigo a dos personas que se aman” (8 de febrero de 2024); “viven el don del amor” (19 de marzo de 2024). Es una verdadera lástima que usted no se haga una pregunta sencilla y obvia: “¿Cómo se aman?”. La verdad es que lo que usted llama “amor” no es ni un amor ni un don de Dios, sino un desorden afectivo. De hecho, se trata de un deseo y una práctica sexuales que no son conformes a la voluntad de Dios y que difieren del noble amor de amistad, que busca el bien de los demás negándose necesariamente a someterlos a una práctica sexual antinatural.
2. Al Arzobispo Carlo Maria Viganò
Oh Querido Padre, ¡gracias por su amor a la verdad y su valentía al denunciar los errores del pontificado de Francisco! ¡Gracias por su amor a la Tradición de la Iglesia y a su paz! Es un error común pensar que los que aman la paz son siempre pasivos (pacifistas), cuando en realidad son también muy activos (pacificadores). Ser pacificador significa tener el valor de denunciar el error como semilla de división y enemigo de la paz. San Pedro y San Pablo, a quienes celebramos hoy, son buenos modelos de verdadera paz eclesial. Con su ejemplo, nos han mostrado que, para cultivar y preservar la paz, necesitamos amor y unidad en la verdad, valentía y humildad. Movido por el amor a la Iglesia y la valentía, ¿acaso Pablo no criticó públicamente en Antioquía el error de Pedro, que amenazaba la paz entre los cristianos judíos y griegos: “cuando vino Cefas a Antioquía, me enfrenté con él cara a cara, porque era digno de reprensión” [6]? ¿Acaso Pedro excomulgó a Pablo por ello? ¡No! La humildad y el amor a la verdad llevaron a San Pedro a corregir su error y, más tarde, a elogiar públicamente a San Pablo: “lo escribió Pablo, nuestro querido hermano, según la sabiduría que le fue otorgada” [7]. ¿Seguirá el Papa Francisco el ejemplo de humildad de San Pedro y reconocerá finalmente sus errores y los rectificará? ¿Ayudará a los Cardenales Parolin, Kasper, Ladaria, Schönborn, Fernández, Roche, al Arzobispo Morandi y al Padre Matteo a reconocer sus errores y a pedir perdón a Dios y al Pueblo de Dios? Esto es necesario porque el error divide mientras que la verdad une.
Oh Querido Padre, usted quiso imitar a San Pablo haciendo una corrección fraterna y filial pública para animar a Jorge Mario Bergoglio a una meditación profunda sobre su pontificado y el Concilio Vaticano II. Usted quiso imitar a San Pablo llamando públicamente la atención del Papa Francisco sobre el relativismo y la ética de situación contenidos en su magisterio y difundidos por todo el mundo por el Padre James Martin y varios jesuitas. Usted quiso imitar a San Pablo recordándole al papa argentino la necesidad de la coherencia moral, que significa no proteger, sino alentar al arrepentimiento y reparación genuinos a los depredadores sexuales como Theodore McCarrick y Marko Rupnik. Por todos estos motivos rezamos para que el Papa Francisco no le excomulgue, sino que tenga la sabiduría de volver él mismo a la plena comunión con la verdad cristiana tradicional, de la que se ha excluido con los errores que se ha negado a rectificar desde 2016. Esperemos que la Comunidad de Sant’Egidio, que ha trabajado mucho y largamente por la paz fuera de la Iglesia, se empeñe ahora al máximo en promover la paz dentro de la Iglesia entre usted y el Papa Francisco.
Oh Querido Padre, también rezamos para que Bergoglio acoja las críticas que usted y varios teólogos han hecho al Concilio Vaticano II y a las posibles manipulaciones modernistas, y para que acepte crear una comisión imparcial de investigación que arroje luz sobre la total fidelidad del Concilio a la Tradición cristiana. La elección de Francisco también es objeto de muchas críticas, debido a las presiones que llevaron a Benedicto XVI a dimitir y a la actuación del grupo de cardenales conocido como ‘Grupo de San Galo’ (o ‘Mafia de San Galo’, según la expresión del Cardenal Godfried Danneels). También en este caso, una comisión imparcial de investigación sería útil para dar claridad sobre la validez o invalidez de esta elección. También rezamos para que Francisco retire o corrija los seis documentos problemáticos de su pontificado: Amoris laetitia (2016), Histerectomía (2018), Declaración de Abu Dabi (2019), Traditionis custodes (2021), Fiducia supplicans (2023), Dignitas infinita (2024). Finalmente, rezamos para que el Papa Francisco cancele todas las sanciones contra obispos y sacerdotes que defienden la verdad de la enseñanza tradicional de la Iglesia. ¡Que, por intercesión de María, Reina de los Apóstoles, las diosas Error, Mentira y Pachamama sean definitivamente expulsadas de la Iglesia, y que Jesucristo, “Príncipe de la Paz” [8], Verdad Eterna de Dios, sea entronizado de nuevo como Rey de la moral y doctrina cristianas! ¡Amén! ¡Amén! ¡Amén!
Con cariño,
Su hijo africano, Padre Janvier Gbénou
Nombre de pluma: Fr. Jesusmary Missigbètò; fatherjmm@gmail.com
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[1] Juan 14:27
[2] Juan 20:19.21
[3] Juan 20:21
[4] Mateo 5:9
[5] Hechos 9:5
[6] Gálatas 2:11
[7] 2 Pedro 3:15
[8] Isaías 9:5