Enrique de Diego.
Observando detenidamente a Juan Carlos @nanosecso lo primero que salta a la vista es que le falta lo que el gran filófofo francés, Henri Bergson calificaba como élan, como impulso vital, y que es el centro de su andamiaje filosófico.
Llama la actitud cierta laxitud enervante del nini, una cierta falta de virilidad, y de fortaleza, una notable falta de entusiasmo, su voluntad declarada de no hacer nada útil con su vida, su sueño húmedo de fundar el partido alonsista y no dar un palo agua en su vida.
Ahora que se celebra la Eurocopa, que más parece la Copa de África, adquiere el tenúe fervor de Manolo el del bombo, pero, siempre Tartarín de Tarascón, sin bajar a las gradas del terreno de juego para animar a la selección, siempre en su habitación, siempre con la vídeoconsola, con la televisión, parece uno de esos personajes de Harari, prescindibles, a los que hay que mantener con drogas y televisión.
Y, sin embargo, ha conseguido tener 190,2 K seguidores en X, antes Twitter, red social que amenaza con abandonar, como si esperara que tiemblen las estructuras, y lloriquea porque no se les reconoce en el TOP 5, de los 5 que más saben en España de Fórmula 1, cuando, en realidad, no tiene ni idea.
Personaje de ficción que se ha creado una ilusión: Fernando Alonso, del que vive y, por ahora, le funciona, como referencia de una juventud desnortda, sin élan, sin impulso vital, sin proyecto nacional. La generación destruida que produce monstruos de peluche como Tartarín de Tarascón, Juan Carlos @nanosecso.