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A los que desean amar profundamente a Dios y a la humanidad y servirles en la vida ordinaria

Redacción




Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón” (Mateo 11:29)
“María… meditaba en su corazón” (Lucas 2:19)
“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón… y a tu prójimo como a ti mismo” (Lucas 10:27)
¡Que el Sagrado Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María sean siempre el mejor refugio para la humanidad! Ayer, 7 de junio de 2024, en la Misa, la futura institución que predicará la santidad en la vida ordinaria fue consagrada al Corazón Sagrado y Misericordioso de Jesús. Hoy, 8 de junio de 2024, de nuevo en la Misa, ha sido consagrada al Corazón Inmaculado de María. Estos dos importantes actos son súplicas filiales que piden a Jesús y a María que dirijan su mirada de bondad hacia el conjunto de cristianos de todo el mundo (laicas, laicos, sacerdotes) que desean amar profundamente a Dios y a la humanidad y servirles en la vida ordinaria.
Como el sacrificio de Abel, nos ofrecemos con toda humildad a Dios, para que nos haga instrumentos de su amor y de su paz en todo el mundo. Esta breve carta es continuación de la de ayer, y está destinada a animar a todos los antiguos miembros del Opus Dei a vivir con un corazón lleno de amor: “Deus caritas est; Dios es amor” (1 Juan 4:16). El odio, el rencor y la venganza nos vuelven amargados, tristes y pesimistas. A pesar de los sufrimientos, las dificultades y las incomprensiones, debemos pedir a Jesús y a María que nos enseñen a vivir siempre actos positivos de caridad hacia los que nos han hecho sufrir o nos hacen sufrir (cf. https://www.opuslibros.org/nuevaweb/). El amor, la indulgencia y el perdón nos liberan y nos ayudan a mirar al futuro con alegría, optimismo y magnanimidad.
En realidad, es esta última virtud la que está detrás de la futura asociación internacional de fieles católicos y de la elección de la fecha del congreso internacional fundacional (2 de octubre de 2028). Esta fecha es una muestra de gratitud a San Josemaría por haber difundido la llamada universal a la santidad al fundar el Opus Dei el 2 de octubre de 1928. Sin embargo, es posible que la elección de esta fecha pueda interpretarse como una provocación o competencia hacia el Opus Dei.
Sería una lástima, ya que un editorial de Romana, el boletín oficial de la Prelatura del Opus Dei, afirma lo siguiente: “El 6 de octubre de 2002, el Papa Juan Pablo II incluyó a Josemaría Escrivá de Balaguer en el número de los santos… San Josemaría ya no pertenece solamente al Opus Dei, sino a toda la Iglesia. Su ejemplo, sus enseñanzas, su intercesión están abiertos más que nunca a todos los católicos y a todos los hombres de buena voluntad, allí donde estén” (n. 42, Enero-Junio 2006, pp. 8-9).
¿Es justo, entonces, que haya otras instituciones en la Iglesia que se inspiren en san Josemaría y en todos los santos que han predicado la santidad de los laicos? Por supuesto que sí. El Opus Dei no tiene el monopolio de esta predicación. Con mente abierta, los jefes del Opus Dei deberían alegrarse de que los elementos positivos de la predicación de su fundador puedan ayudar a personas ajenas a la Prelatura.
En todo caso, para evitar malentendidos y polémicas, es posible otra fecha para el congreso internacional fundacional: el 15 de agosto de 2030. En mi carta del 15 de agosto próximo haré pública la fecha que finalmente se elija, después de haber escuchado las sugerencias de los interesados en la creación de la nueva familia espiritual, una familia que no esté en contra ni en competencia con el Opus Dei ni con otras instituciones de la Iglesia Católica. El mundo es vasto, la Iglesia es universal: siempre habrá espacio para varias instituciones que prediquen la santidad de la vida ordinaria.
Varias reformas estructurales son necesarias en el Opus Dei porque son la causa de las dificultades y sufrimientos de muchos antiguos y actuales miembros. Pero estas reformas son difíciles, si no imposibles, porque los aspectos en cuestión están marcados por el sello de la fundación, es decir, se remontan a San Josemaría. En noviembre de 2011, en Roma, en una conversación previa a mi ordenación diaconal, el Prelado Echevarría confirmó esta intuición cuando le dirigí mi primera crítica al Opus Dei. Esta crítica se refería a la separación entre la administración de personas y la actividad sacerdotal de dirección espiritual y confesión.
Con el paso del tiempo, comprendí también que el modo en que los laicos vivían la dirección espiritual estaba en flagrante contradicción con la doctrina tradicional de la Iglesia, recordada por el Decreto Quemadmodum omnium de la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares, bajo el pontificado de León XIII (cf. Acta Sanctae Sedis 23, pp. 505-508, 17 de diciembre de 1890): abrir la conciencia a alguien no es nunca un acto obligatorio, sino libre, y ninguna institución de la Iglesia tiene derecho a imponer a un cristiano un director espiritual al que esté obligado a abrir su conciencia según una periodicidad predeterminada por la institución.
Después de mucho rezar, y viendo la inacción del Opus Dei en el respeto a la libertad de las conciencias humanas, la lealtad y la sinceridad me llevaron a compartir con mis directores en Costa de Marfil, y luego con el Prelado Ocáriz, mi deseo de fundar una nueva institución en la Iglesia (agosto de 2020). Esto pudo ser un error por mi parte, porque poco después (noviembre de 2020), el amor a la verdad me empujó a empezar a criticar públicamente los errores morales y doctrinales del Papa Francisco, lo que desató una oleada de duras sanciones por parte del Opus Dei (prohibición de confesar, predicar y celebrar Misa en público y en privado), cuyo fin último es expulsarme del estado clerical y excomulgarme de la Iglesia Católica. ¿Por qué esta actitud del Opus Dei? ¿Por miedo a la competencia? ¿Por espíritu de venganza? ¡No importa cuál sea la respuesta! Con fe y optimismo, sé que Jesús y María nunca abandonarán a un pobrecito sacerdote africano que defiende la verdad tradicional de la Iglesia y la libertad de las conciencias que Dios ha dado a todos sus hijos. Así que vivo con magnanimidad, sin odio, rencor ni venganza, sabiendo que tarde o temprano la verdad volverá a brillar en el magisterio de la Iglesia y que el proyecto de una nueva asociación internacional de fieles católicos verá la luz y, según la voluntad y la bondad de Dios, dará muchos frutos de santidad en todo el mundo. ¡Amén! ¡Amén! ¡Amén!
Cariño y bendición a todas y todos.
Padre Janvier Gbénou
gbenjm@protonmail.com; sacerdote numerario del Opus Dei, a punto de ser expulsado definitivamente de la Prelatura
Cotonou, República de Benín; Sábado 8 de junio de 2024; Memoria del Inmaculado Corazón de la Bienaventurada Virgen María