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Carta a Juan Carlos @nanosecso: Un demencial Tartarín de Tarascón, ultra adicto al trabajo, de nuestro tiempo

Redacción




Enrique de Diego.

Juan Carlos @nanocseso me recuerda bastanta al delicioso, pero demencial, personaje literario de Tartarín de Tarascón, un hombre que cazaba leones imaginarios en los pasillos de su casa. No voy a decir quien es el autor, porque @nanosecso tiene una incultura protecia, como demostró cuando parafrasee la Elegía a Ramón Sijé de Miguel Hernández y me salió enfundado en la fatua dignidad del garrulo diciendo que había ofendido a Jerez de la Frontera llamándole pueblo.

Pero al lío con el Montepío. Relato suscintamente mi relación con el inefable Juan Carlos: 1.- Me invitó a su podacast Undercut a De Vries y quedé satisfecho por las ocurrencias de los participantes, si bien me censuraron en Youtube, dejando en evidencia la falta de libertad de expresión existente en esa red; 2.- Le pedí ir a su programa de nuevo para promocionar mi exitoso libro «Letizia, satánica y adúltera» y me dijo que estaban de vacaciones, lo cual me pareció raro tratándose de un proverbial adicto al trabajo; 3.- Me pidió él asistir, me negué, insistio ante su inusitado interés y cedí, estuve esperando contra toda esperanza pero, cosa rara en un cumpulsivo adicto al trabajo, se le olvidó porque se tenía que ir a la Feria de Jerez; 4.- Llegamos al día de autos, me pongó a esperar desde las 12,45 h, en el soportal de mi casa, ya que la intervención en el programa está prevista para las 13 horas. Puntualizo que la vez anterior me envió el enlace de la aplucación Discord a mi móvil; como veo que no suena, entró a las 13,31 en casa para ver si en el ordenador ha dado señales de vida, donde aparece que a las 13,05 ha conectado conmigo por mensaje directo de twitter. Viene después un intercambio de mensajes en el que contesta con una lentitud pavorosa. Luego ha sacado de contexto un pantallazo del mensaje directo de Twitter lo que considero una grave deslealtad, amén de una grosera manipulación. Por último, me envía en mensaje: «Le parece que lo dejemos para otro dia. Ha habido falta de entendimiento». Pasado bastante tiempo, cuando la gente se le echa encima, me dice por mensaje directo: «¿Quiere usted entrar? Estamos todavía si usted está».

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Vamos a ver, alma de cántaro, utilizas un doble lenguaje, cosa propia de los insidiosos; uno para tu peña a la que les hablas, ante el pitorreo general, de «tu jornada laboral», de que «como usted comprenderá no tengo toda la mañana». Ya se sabe, que eres adictísimo al trabajo, un currante nato. Luego cuando anuncio que te vou a zurrar la badana, te meas y te cagas por la pata abajo y aduces no sé que fraternidad nuestra y, por mensaje directo, me dices. «Don Enrique,,,fimemos la pipa de la paz». Eso lo hacían los indios en los tratados que luego se saltaban los norteamericanos.

Mi reciente fichaje de un informático estrella me ruega que no corte contigo porque es una forma de conectar con la juventud, pero tú no eres Fernando Alonso, ni su clon, ni tan siquiera su parodia, eres un tipo que se levanta a las tantas a mantel puesto, que no sale de su habitación, que ve la fórmula 1 y la comenta por Tv, tú eres un personaje enfundado en una camiseta, eres pura apariencia sedentaria, un mal ejemplo, como Ibai Llanos, a quien tanto te pareces o Javi Oliveira, el youtuber que expande basura y se autocensura abruptamente.

Perteneces al mundo de las apariencias, eres un personaje de vídeo juego. No eres ni mejor ni peor que tus seguidores, que te han aupado en tu locura inocente pero manifiesta. Eres la gloria y la miseria de las redes sociales. No sabes nada de Fórmula 1, no te la pelas teniendo fuentes, no sabes de nada, eres Manolo el del Bombo, o Juan Carlos el de la cuchufleta, eres un hooligan de baratillo diciendo durante once largos años, estériles en tu supina inanidad, que Fernando Alonso va a ganar la próxima carrera y nada. Mientes más que hablas, pero tus seguidores son aún peores: les haces gracia, les mantienes en el fervor y, a veces, saltas al circuito y corres en un bólido de Fórmula 1, aunque ni siquiera tienes carnet, raudo y veloz en un vídeo juego.

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Eres un payaso de esta sociedad de mierda, en esta feria de las vanidades, en este mundo de apariencias, de cartón piedra, que se cae a pedazos, donde las gente muere timo vacunado con el argumento de su salud histérica y de su pánico. Donde los jóvenes ya no son rebeldes con o sin causa, sino borregos adocenados, manteniendo la farsa de sus mayores, recogiendo las migajas que caen de los platos de sus mayores, e incluso les permiten tener patrocinios y vender camisetas, y cuando la Humanidad doliente precisa coraje para que la defiendas y no la asesinen y la confinen, no puede recurrir a quienes viven ya confinados en su habitación.

Bueno, te lo has montado, con tu pan te lo comas, y con el de tus seguidores, que no tienem mejor cosa que atender a tus apariencias, vivimos en la distopía del mundo de las apariencias. ¿Y cuándo se retire Fernando Alonso, qué harás? ¡Ah! claro, declararás al sucesor de Fernando Alonso.

Por cierto, Tartarín de Tarascón es el personaje de una imaginativa novela corta de Alphonse Daudet: «Les aventures prodigouses de Tartarín de Tarascón».

Eres el Tartarín de Tarascón de los tiempos modernos.